Cosas que pasan

Ricardo Castillejo / Rcastillejo@grupojoly.com

De Dolores, Lolas y Lolitas

AYER fue el día de todas las Dolores y, aunque sea con unas horas de retraso, valga mi felicitación para quienes, en alguna de las muchas variantes que existen de tan español nombre, un año más celebraron su santo. Señoras como Lola Herrera, que me consta pasa un dulce momento a punto de cumplir seis meses representando en Madrid, junto a Juan José Artero, Seis lecciones de baile en seis semanas. O Lolita, orgullosa por haber abierto un nuevo frente diseñando su propia línea de ropa para baño llamada Gitanas a la playa en la que no faltan ni toallas, ni bolsos, ni chanclas creadas por la cantante en un claro homenaje a su madre, Lola Flores. Sin olvidar a Dolores Abril que, pronto, asistirá al bautismo profesional de su hija, Juana Dolores, mientras continúa con su Escuela de Copla en la localidad sevillana de Espartinas.

Y más. Loles León, en pleno éxito madrileño de su función, Por los pelos; Lola Baldrich; Lolita Sevilla, inolvidable protagonista de Bienvenido, Mr. Marshall que además, el jueves de esta próxima semana, soplará velas en su cumpleaños; y Lola Alcocer, ex Miss Sevilla, Primera Dama de Honor de Miss España y, posiblemente, la dueña de los ojos más impresionantes de entre todos los ojos que, a mí por lo menos, me han mirado. Aparte, existe una Lola que me tiene el corazón robado desde el primer instante en que la conocí. Por su naturalidad, por su cariñosa forma de comportarse… "¡Espérate un segundito que tengo el aceite puesto!", me dice Lola Montero tan feliz con un nuevo representante que, aunque no la deje descansar ni un minuto, hace que el fruto laboral merezca la pena. De Granada a Valencia, de Barcelona a Madrid, lo mismo en Canal 9 que en la Ser, la mediática bruja rectifica mi inicial enhorabuena por su onomástica. "Yo creo que no me llamo Lola porque, como mis padres verdaderos me entregaron a otros, me parece que ahí se perdió algo". Da igual. El cariño no entiende de nombres ni hace prejuicios. Y a los enemigos… ¡tres velas negras!

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