Doblepensar

La polarización da buenos resultados a los irresponsables que se aseguran los votos gracias a las mentiras y al odio

Veo imágenes de manifestaciones en Estados Unidos a favor y en contra de Donald Trump. Hay un preocupante uso de la estética militar y de los desfiles y de los uniformes, como si volviéramos a vivir en los años 30 del siglo pasado. Los partidarios del movimiento Antifa y de Black Lives Matter suelen ir vestidos de negro riguroso, llevan el rostro encapuchado y a veces enarbolan palos y objetos contundentes. Y en el lado opuesto, los Proud Boys -fanáticos partidarios de Trump- desfilan con utillaje militar y con ropa de camuflaje. Los nazis y los comunistas desfilaban así por las calles de Berlín en 1930.

¿Somos conscientes del avispero en que nos estamos metiendo? Si la pandemia sigue arrasando la economía y continúa el clima de psicosis colectiva, no hace falta ser muy inteligente para adivinar lo que va a acabar sucediendo. Y más aún si los políticos -como ocurre en España- se dedican a jugar con fuego y a azuzar los peores instintos de sus electores con toda clase de mentiras y de trucos de propaganda barata. Hace poco hemos visto a Zapatero afirmando ante un entrevistador de la Sexta que lo que decía Pedro Sánchez hace pocos años -"Nunca pactaré con Bildu. ¿Cuántas veces quiere que lo repita?"- se refería en realidad a que Bildu entrara a formar parte del gobierno (y no a un pacto inocuo para aprobar los Presupuestos). El entrevistador proyectaba los vídeos y las palabras de Pedro Sánchez resonaban ante Zapatero, pero este meneaba condescendiente la cabeza. "No, no, está claro que no ha dicho eso", decía con esa sonrisa que nunca sabemos si es la de un gnomo simplón o la de un peligroso enajenado. Es lo mismo que vimos hace años cuando los dirigentes del PP fingían no saber quién era Luis Bárcenas. La realidad -ni siquiera la más evidente- importaba ya lo más mínimo. Era algo así como el "doblepensar" de 1984, según el cual un buen militante del Partido debía ser capaz de creer en dos cosas a la vez, una real y la otra totalmente falsa (pero que él debía aceptar porque era la impuesta por el Partido).

La polarización da buenos resultados a los políticos irresponsables que se aseguran los votos gracias al cultivo del odio, pero es una estrategia que acaba llevando irremisiblemente al abismo. Ese abismo que en términos de "doblepensar" es ese lugar próspero, saludable y ecológico donde siempre luce el sol.

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