Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

División de poderes o banana

Monstesquieu no va a levantar la cabeza, pero Europa sí ha levantado la voz

José Ortega y Gasset no tenía una buena relación con Unamuno, ni lo apreciaba mucho, hasta el punto de calificarlo de "energúmeno español" y "morabito [anacoreta musulmán] salmantino". Este desdén provino de una controversia entre ambos pensadores a principios del XX, cuya perla más popular fue aquel "¡Que inventen ellos!" de don Miguel refiriéndose a Europa. Aunque con el tiempo intentó reformular su sentido literal, dentro de una natural terquedad no poco soberbia y ya tardía. Pero de Europa han venido muchas importaciones culturales, sociales y económicas, que más que valiosas, resultan imprescindibles.

Sin espacio más que para mencionar aquella genial escena de La vida de Brian alrededor de la pregunta de un líder de la fragmentada resistencia judía ("¿Qué han hecho los romanos por nosotros?"), recuerdo, por poner un ejemplo, cómo se acabaron muchas barbaridades ecológicas en nuestro país casi nada más entrar en lo que llegó a ser la Unión Europea; años 80: filler de cemento cayendo en las poblaciones, alpechines y vertidos por doquier e impunes, barbaridades urbanísticas. Por Europa nos llegaron casi de balde estrictas normativas no sólo ambientales, sino alimentarias, para los consumidores, de derechos humanos, paz y seguridad; las becas Erasmus. Un país por desbravar se ponía las botas de las siete leguas en los asuntos sociales, por mucho que haya otras cosas en las que hemos perdido soberanía o nos han convertido en segunda división, como el valor de partida del euro y la terciarización brutal de nuestra economía. Pero el balance es más que positivo.

Ahora, Europa puede hacernos otro favor: salvarnos de nuestros políticos de cabecera. Mucho se ha escrito ya sobre el proyecto de reforma de la manera de elegir al CGPJ que promueve el Gobierno del PSOE -tras el enésimo digodiego del presidente resistente- y Unidas Podemos, que pretende politizar hasta aguar y apestar a la división de poderes en este país, mediante una menor exigencia de mayorías para nombrar o cambiar a miembros de esta instancia judicial que, si bien a veces huele a politicón con toga, al menos no está convertida en un títere de quien coyunturalmente ostente el poder Ejecutivo. El papel del PP bloqueando la renovación del CGPJ es también artera y lamentable, según muchos periodistas y juristas. Montesquieu no va a levantar la cabeza, pero Europa sí ha levantado la voz. Y nos defiende de los políticos que rabian si la Justicia se les entromete, como es de ley. No quiere socios populistas ni bananeros. Danke schön. Merci.

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