Detrás de las cifras

Tenemos que tragarnos que existan personas que, hoy por hoy, no tienen remedio en su maldad

El pasado domingo los medios de comunicación recogieron lo que estimaron más relevante del primer informe sobre el homicidio en España, elaborado por el Ministerio del Interior, con la colaboración de diversas instituciones. Los resultados y conclusiones de sus 86 páginas son interesantes y permiten tener una idea más objetiva de lo que acontece, más allá de rumores o suposiciones. En un principio, se puede afirmar, a partir de sus datos, que la situación española no es muy grave, sobre todo al compararse con las de otros países, incluso con las de los más desarrollados. La tasa anual por cada 100.000 habitantes es de 0,6; por debajo de la Francia, Finlandia y, no digamos, de la de EEUU, México o Brasil, siendo el porcentaje mayor de fallecidos hombres, algo que no nos es exclusivo sino global, de acuerdo con investigaciones de la Organización Mundial de la Salud. Por otro lado y afinando un poco más, es procedente mencionar que sólo el 0,45% de las víctimas sufrieron agresión sexual antes de que la asesinaran. Cuantitativamente hablando, puede hablarse de que no estamos peor que en otros sitios sino, en general, mejor. Sin embargo, la consideración de estas cuestiones no puede estar exenta de su valoración cualitativa. Quien pierde la vida violentamente no lo hace en una parte de un total sino por completo, al cien por cien. Además, detrás de cada cifra hubo una persona, con derecho a su integridad física y psíquica, fuera quien fuera. Ejemplo de lo expuesto puede ser el durísimo y terrible caso de la joven Laura Luelmo, asesinada en El Campillo. Cuando se vuelva a hacer otro informe de homicidios se tendrá en cuenta como el número equis -ojalá no hubiera nunca más-, pero ese número tenía un nombre, padres, familia, amores, amigos, ilusiones…, algo que la base de datos no requerirá para los análisis estadísticos. Esto no significa que haya que obviar esos programas informáticos porque nos aportan información relevante para intentar responder a esa pregunta cuya respuesta afirmativa se resiste a hacerse realidad: ¿Pueden evitarse los crímenes? Por desgracia, es muy difícil, pues son muchos los factores de riesgo al respecto; aun así, se pueden hacer cosas. No obstante, mientras tendremos que tragarnos que existan personas que, hoy por hoy, no tienen remedio en su maldad -aunque el buenismo quiera convencernos de lo contrario-. A quienes les toquen esos sujetos solo cabe desearles, de todo corazón, que tengan mucha suerte para se alejen de sus vidas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios