Felipe González, quien no dudaba en afirmar que la vicepresidenta del dictador venezolano Maduro, Delcy Rodríguez: "No debería haber pasado por España", comentaba días atrás: "Todo el mundo sabe a quién voto, pero no me siento representado". Lo que muchos han considerado un indisimulado ataque a Sánchez a otros podría parecer un despropósito. No lo es, y muchos así lo entienden, porque despropósitos no faltan en la política de nuestros días. Arnaldo Otegui, para quien no parecen contar los impostados propósitos conciliables del Gobierno actual, con todo su abominable pasado terrorista y carcelario como colaborador etarra, no deja de invocar su protagonismo en los proyectos nacionalistas y en su influencia en el ejecutivo, asegura: "El Gobierno depende de los independentistas catalanes y vascos. Depende de ERC, que tiene un pacto y una alianza estratégica con nosotros". Con razón además, mal que nos pese.

En las esferas políticas del nacionalismo no faltan diariamente alusiones violentas y ofensivas, cuyos agravios no pueden ser más directos y abominables. La periodista, y guionista de Cataluña Radio, la emisora pública catalana, la "radio del Golpe", como se la conoce, Ana Polo, independentista, feminista, dedicaba al periodista Arcadi Espada, unas palabras realmente despreciables: "Espada es probablemente la persona más indigna, inmunda y aberrante nacido nunca en Cataluña, si no fuera porque existe Salvador Sostres... Saben aquel que está al borde del precipicio y sólo puedes salvar a uno (…) pues yo no sé a cual salvaría, haría un doble salto con los tacones hacia las dos manos para mayor seguridad". Inaudita la intervención de la alcaldesa de Vic y diputada en el Parlamento catalán, Anna Erra, al referirse a los "catalanes autóctonos" a los que ha recomendado que no hablen en castellano a gente que "por su acento o su aspecto físico no parece catalana". Por su parte la eurodiputada de JxCat, Clara Ponsatí, no ha sido menos explícita en el disparate lanzado en Estrasburgo, al considerar que la expulsión de los judíos por los denominados Reyes Católicos constituye el "primer episodio de antisemitismo de Estado admirado por Adolf Hitler y que intentó superar, es la piedra angular del trágico historial español de intolerancia. Hoy esta intolerancia toma la forma del desprecio a los derechos de la minoría catalana".

Pero en este puzle que es España ahora, tan difícil de componer, desconcierta, deprime o desespera oír o leer cosas como "Torra exige a Sánchez que suba los impuestos madrileños 11.200 millones". ¿Para dárselos a él? O Rufián, que ve lógico que Iglesias como ERC esté en la Mesa negociadora porque Podemos es aliado en el diálogo y también el ministro Castells que criticó a los jueces y defendió la violencia del procés. Y no digamos lo que propone Iceta para evitar el rechazo del Tribunal Constitucional. Las zorras guardando las gallinas.

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