Visiones desde el Sur

Desmemoriados

Cuando me pongo a escribir en la génesis de los conflictos bélicos me da miedo pensar

Cuando suenan campanas llamando a nuevas confrontaciones bélicas -y de nuevo están aquí- hay una parte de mí que se violenta, una especie de voz interior que me impulsa a la insurrección, a convertirme en apátrida, a desposeerme de banderas y de símbolos, a la no creencia en la Justicia, en la Solidaridad, en la Equidad, en la Igualdad… en todos aquellos bastiones que debieran definir el comportamiento de los seres humanos y que sin embargo sólo son falacias para amansar al pueblo, y que los gobiernos, todos, manejan con la sabiduría que da el diplomático conocimiento de milenios engañando a los administrados, a esos que se pasan por el arco del triunfo.

No hay que ser muy sagaz para concluir lo anterior: véase la Historia o los acontecimientos actuales en esas partes del mundo que están bajo la mira telescópica de los francotiradores imperialistas de acá o acullá, eso no importa. Esos que disparan y luego comprueban si existía peligro.

Con el tiempo, si se demuestra que no lo había, en el mejor de los casos dirán que se equivocaron, que fue un desgraciado error, un daño colateral, pero, entre medias, habrán enterrado a cientos de miles de inocentes.

Es terrorífico que a los instigadores de esta forma de solventar las cosas no se les acuse de crímenes contra la humanidad. Y me estoy refiriendo a gobiernos elegidos democráticamente en los más de los casos, entre los cuales puede incluirse el español en época no demasiado lejana por sus incursiones en Oriente. Más de un millón de muertos por la existencia de armas de destrucción masiva (que nadie ha podido demostrar que las hubiera) en Irak.

Diez y seis años después algunos han hecho negocios y la desestabilización se ha instalado en la zona. Tómese Siria como ejemplo. Si mi memoria no falla son ocho años de guerra, con más de cinco millones de desplazados desperdigados por el mundo. Hay ciudades en las que no queda piedra sobre piedra. La guerra se justificó porque había que derrocar a Bachar al Asad, a quien Alá instale eternamente en el Infierno junto con todos aquellos que vieron en el conflicto una forma de hacer negocio, vender armas, ocupar el territorio y ampliar su zona de influencia geoestratégica. En fin… el vil metal.

Cuando me pongo a escribir sobre la génesis de los conflictos bélicos me da miedo pensar. Me aturde la poca vergüenza de los regidores públicos y sus mentiras compulsivas; pero, sobre todo, nuestra candidez y poca memoria.

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