Deshojando la margarita

¿Qué deseo sería el más sensato preferir? ¿Investidura o elecciones?No es fácil decidirse

Se está en una de esas situaciones en las que muchos dudan sobre lo que es preferible desear que ocurra, pues las dos posibilidades existentes presentan a la vez aspectos positivos y negativos. Para los atrapados en esa ambivalencia, son esas en las que la dificultad de posicionarse les crea un conflicto, porque estamos ahora en un punto en el que no se sabe, por lo menos públicamente, si habrá investidura o si se convocarán nuevas elecciones. Por supuesto, están los que lo tienen muy claro y quieren que se produzca una cosa o la otra, pero otros muchos son conscientes de que cada una de las opciones tiene sus pros y sus contras. Pedro Sánchez ya ha recibido el encargo de intentar formar Gobierno y aún no se sabe si contará con los apoyos suficientes. Lo bueno de si lo consigue es que evitaremos otros comicios pronto, que podrían aprobarse unos presupuestos, mejorar la imagen en el exterior y tomar medidas que requieren su ejecución. Pero es asunto principal conocer qué costarán esos votos o abstenciones que necesita y con el citado hay dos cuestiones relevantes a tener en cuenta. La primera es que el protagonista de esta historia ha demostrado con creces que para satisfacer su ambición de ser presidente es capaz de cambiar de opinión, sobre la marcha y cuantas veces convenga, sin reparar en la importancia del tema que sea, así como de otorgar lo que haga falta para lograr sus pretensiones. Y, la segunda, es que como consecuencia de lo anterior no vamos a saber, ni por asomo, qué es lo que ha llegado o llegará a pactar, especialmente con UP y ERC, por mucho que nos diga que los acuerdos finales serán públicos y transparentes. Su palabra no vale nada; no es en absoluto fiable. La otra opción asimismo tiene sus partes buenas y malas. Entre las primeras estarían el que se abriría la posibilidad de que en el PSOE hubiera movimientos y Sánchez no volviera a ser candidato, que se podría obtener otro reparto de escaños menos problemático, o el que le surgiera con solidez una perspectiva de Estado más que una básicamente personal o partidista. Pero claro está, cabría darse también, en negativo, que los militantes socialistas siguieran apostando por Sánchez, que los resultados no cambiaran el panorama parlamentario y que no hubiera reconversión a favor de una actitud de pensar más en el país que en los intereses particulares. Ante esto, ¿qué deseo sería el más sensato? ¿Investidura o elecciones? ¿Sí o no, como deshojando una margarita? No es fácil decidirse.

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