La pandemia nos ha recortado el mundo que teníamos derredor, nos ha mantenido tras el portón de nuestra casa, cuidando de lo nuestro y de los nuestros, asustados, unos más que otros. Ahora ya tocó salir, aunque lo hacemos poco a poco, en una compleja desescalada, temerosos aún porque el virus, el maldito virus, sigue ahí. Y volvemos a extender el mundo derredor. Convendría, por aprovechar la coyuntura, por eso que tanto decimos de encontrar la parte buena de esta pandemia, convendría, digo, extender ese mundo un poco más allá de lo conocido, tratar de mirar lejos.

Podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que hemos sido unos auténticos privilegiados en este momento histórico: una sanidad potente (sesgada, pero potente), unas coberturas sociales, posibilidad de endeudarnos, un tejido social generoso… Muy cuestionable todo, dirán algunos. Pues sí, claro, muy cuestionable, pero mejor o peor la ciudadanía, en general, ha estado atendida. Porque en paralelo, como siempre, hay otros mundos que ni alcanzamos a ver: familias que desde el minuto cero estuvieron sin un euro con que hacer frente, o esos cientos de miles de personas sin hogar que no tenían ídem en el que confinarse…

Pero aún podemos mirar más lejos, porque hoy mismo, en muchos países, el coronavirus no ha conseguido convertirse en el peor de sus problemas, aún dejando cientos de miles de víctimas. Sencillamente porque tienen muchos otros problemas, iguales o más graves. Hay países que no se pueden plantear confinar a su población, porque una inmensa mayoría de sus ciudadanos viven al día, y si no salen a la calle no pueden llevar comida a casa. Hay países que no se plantean hacer test porque, aunque detectaran enfermos, no podrían atenderlos ni medicarlos. Se tienen que limitar a dejar pasar el virus por su puerta y esperar que no se detenga.

Ahora se nos llena la boca diciendo que tendremos que salir de esta crisis mejor de lo que entramos. Vale. Pues eso empieza ampliando la mirada, haciendo nuestro ese mundo que, hasta ahora, quedaba lejos y ajeno. Porque si algo ha quedado claro es que somos un solo planeta, y que nuestra supervivencia está ligada a cada habitante, y más allá: a cada ser vivo que lo habita. No hay excusa. Porque hoy, para mirar lejos, tenemos absolutamente todos los medios. Así que, de la misma manera que nos hemos pasado varios meses haciendo videoconferencias con nuestros familiares, sería bueno que busquemos a alguna persona que esté algo más lejos, en otro país, y preguntemos, y luego preguntemos otra vez, y a otras personas, preguntemos.

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