Deriva al autoritarismo

El Gobierno en funciones actual parece que nos toma por tontos cuando quiere justificar sus acciones

Escribir un artículo de opinión sobre política en España relacionado con el actual Gobierno en funciones se ha convertido en una tarea difícil. Hay dos razones principales para afirmarlo. La primera es que no se puede uno fiar de lo que proceda de Pedro Sánchez o de sus ministros, porque lo que manifiestan hoy al minuto puede cambiar sin el más mínimo pudor y decir otra cosa diferente o lo contrario de lo anterior. Todo dependerá de lo que les convenga para satisfacer sus pretensiones de aferrarse a las poltronas, especialmente del primero. Y, la segunda, es la falta de transparencia, bien por los reiterados silencios en temas importantes, como por ejemplo, los acuerdos llegados con el independentismo catalán, de los cuales no dicen nada -lo poco que se sabe es por filtraciones de ERC o por lo que descubren los medios-; o bien, por dificultar o impedir que en las ruedas de prensa los periodistas puedan preguntar. En democracia es insuficiente que se emitan notas de las acciones o posturas de los gobiernos, o que simplemente se hagan declaraciones; es necesario que se facilite a los profesionales de los medios de comunicación la posibilidad de preguntar sin filtros y con el tiempo suficiente para que puedan ejecutar su papel como transmisores de información. Al respecto, vale la pena resaltar que el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, acusó en público a los periodistas que cubren la Moncloa de preguntar en exceso y de ser tertulianos y activistas más que informadores. Esta situación lleva a que a la hora de emitir un juicio sobre la realidad política se tenga que estar continua y abundantemente haciéndose inferencias a partir de lo escaso que se alcanza a conocer, con el riesgo que eso supone de equivocarse; pero, más allá de este hecho concreto, lo más preocupante de todo es que tales comportamientos de cambios de criterios y de posiciones que solo responden a intereses personales y partidistas, así como esa falta de transparencia son muestras inequívocas de autoritarismo, aunque al poder se haya llegado a través de las urnas. Una democracia requiere mucho más que unas elecciones y en ese otro mucho más, Sánchez y su Gobierno, presentan un gran déficit, con el agravante de que cuando explican sus acciones parece que nos toman por tontos, como ha sucedido con una de las últimas intervenciones de Ábalos para justificar que el debate de investidura se desarrolle este sábado y domingo. Penoso y peligroso todo lo que está ocurriendo.

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