Derechos para poder Ser

Las leyes trans, del 'sólo sí es sí' y de eutanasia atienden a colectivos que han perdido sus derechos

Llevamos semanas hablando de derechos, y todo a pesar de la Pandemia, la Eurocopa y La Covid. Primero fue la denominada ley de la eutanasia, que al final es el derecho a poder ser ayudado a "morir bien". Y en estas dos semanas últimas hemos vivido otras dos leyes importantísimas: por un lado la denominada Ley Trans, y desde hace dos días la ley del "solo sí, es sí", que deja claro que todo acto sexual sin consentimiento será agresión. Las tres leyes han estado acompañadas de polémica, y además de un acalorado debate entre diferentes, lo que por otro lado es reconfortante porque eso es política: discutir, decidir y mejorar nuestra sociedad. Estoy seguro que las tres normas serán mejorables, y esperemos que con su desarrollo lo hagan, pero no dejan de ser baluartes para que mucha gente en este país, incluso las que sufren moribundas, puedan ser más personas.

Bajo mi punto de vista, y más allá de los errores de este gobierno que aquí hemos denunciado, creo que estas leyes ayudan a crear una sociedad de derechos y de igualdad, porque se dirigen a personas que por una u otra razón son vulnerables o han visto sus derechos conculcados de manera frecuente. No sé qué harán con ellas grupos políticos menos proclives a desarrollarlas, pero como pasó con el matrimonio homosexual o la ley de promoción de la autonomía personal, se abren grietas en las estructuras más arcaicas de la sociedad que obligan a una reconfiguración de nuestro entorno y de nuestro pensamiento. A veces la política que soportamos, que es una política con guión, predecible y bastante aburrida en general, una política del "y tú más" y de la hipérbole controlada a golpe de titular, nos da sorpresas. Son pequeñas, y muy discretas, pero en poco tiempo hemos vivido varias.

Por desgracia en medio de esta sucesión de leyes y buenas noticias, aparece la violencia machista y homófoba para matar a un chico que tenía todo el derecho a seguir SIENDO; Samuel fue brutalmente asesinado al grito de ¡maricón!, y ese desgarro nos recuerda que la nueva sociedad aún no estaba aquí para protegerlo. La respuesta mayoritaria, el dolor que he saltado descaradamente de plaza en plaza, también son muestras de esa nueva sociedad que vamos construyendo, pero que urge terminar de definirla. La ciudadanía ya no se calla, no es otra persona homosexual vejada, es uno de los nuestros que quería SER, y no lo dejaron.

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