Lo de la corrupción de miembros del Partido Popular es un hecho con precedentes en este país. Ya nadie se acuerda del PSOE en Andalucía, de Pujol en Cataluña, o de otros ejemplos que a lo largo de nuestra corta vida hemos ido conociendo. Pero las miserias o los saqueos se olvidan, al menos momentáneamente. Parece que solo resurgen cuando hay que sacarlos a flote. Y suelen aparecer cuando se mira con ojos ajenos. Es algo que ocurre siempre, es un mal del ser humano. Propongo una demolición política. Una vuelta al origen. Un nuevo nacimiento. Pero para ello precisamos de una educación justa y de calidad, de una cultura ajena a los intereses partidistas. Precisamos de la verdad.

Me pregunto por qué de Despeñaperros para abajo se lee tan poco, porqué hay tan poco espíritu cultural. No será que aquí confundimos el ocio y el divertimento con la cultura. No será que en esta maravillosa tierra nos quedamos tan solo en eso, en la tierra maravillosa, y olvidamos el sentido del pensar, el hecho propio de valorar aquello que vale la pena realmente.

Andalucía posee un Centro Andaluz de las Letras que hace lo que puede de acuerdo a su presupuesto. Pero la mayoría de las veces es más una sucursal de las multinacionales editoriales que un centro andaluz de las letras, así, en minúsculas. Los centros educativos se las ven y se las desean para tener libros en sus bibliotecas. Ese sería un buen programa para apoyar por parte de la Administración cultural andaluza. Buenos planes de fomento de la lectura. Y que se apoye, dentro y fuera de Andalucía, a los autores andaluces y a las editoriales andaluzas. Aunque editoriales andaluzas hay pocas, hay muchas editoriales aficionadas que imprimen un puñado de libros mediante el procedimiento de la impresión digital y que llegan a ninguna parte. Pero también se precisa una buena cultura editorial, con formación, con apoyo, con difusión. El Centro Andaluz de las Letras debe ser un centro cultural activo (la actividad no se puede reducir a la promoción de best seller por las ciudades de la geografía andaluza), y debe ser andaluz, lo indica su propio nombre, y desde luego de las letras (pero de las letras de verdad, no de las de mentira que nunca son ni serán literatura).

A veces, solo a veces ya que sería muy aburrido, a uno le entran ganas de hacer aquello de la demolición. Destruir para comenzar de cero. Pero, con todo lo que hemos avanzado, ¿no sería más inteligente que nos sentáramos a construir un programa coherente, cultural y andaluz?

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