Dedazos

Rajoy ha designado en Madrid un triunvirato y Puigdemont a un hispanoescéptico en la Generalitat de Cataluña

Dedazo es la designación por el poder de un candidato a un puesto público, sin las formalidades de rigor. Por la santa voluntad de alguien. Esta semana ha habido dos sonados. Uno lo ha dado Rajoy, desde La Moncloa, creando un triunvirato en Madrid para gobernar la región de la capital. Y así gobernar por personas interpuestas. Garrido, García Escudero y Vera no son Pompeyo, Julio César y Craso. Son unos mandados; el primero ocupará la poltrona del edificio de Correos y los otros dos lo vigilarán desde Génova. El botón del ascensor en el Partido Popular lo pulsa el dedo presidencial: Fraga puso a Aznar, Aznar eligió a Rajoy, y Rajoy pondrá a su sustituto sin que nadie le chiste. Eso si lo decide desde el poder, porque si lo pretende después de que lo desalojen, ya no podrá.

El otro dedazo lo ha dado en Berlín el fantasma del político antes conocido como Carles Puigdemont. Al estilo de Prince podría tener un acrónimo, EPACCCP, que lo convertiría en un personaje de Astérix: encuesta-de-población-activa-en-la-Unión-Soviética. (Lo mismo le gustaría esa imagen de irreductible galo que resiste al invasor). Lo cierto es que EPACCCP ha designado para la Generalitat a un fanático supremacista como sucesor a título de presidente provisional, un tal Qim Torra, al que le prohíbe incluso usar su despacho, que queda como espacio restringido para uso exclusivo del fantasma. También esto es tradición de los antes llamados convergentes y ahora conocidos como PDeCat, JxC o banda del 3%. Pujol designó a Mas, Mas a Puigdemont y ahora EPCCCP lo hace con Torra.

Este abogado es considerado un personaje exaltado proclive a la hiperventilación. Tanto, que hasta los habitualmente tibios del ámbito de Podemos/Colau, están preocupados con su antiespañolismo exacerbado. Los dedazos no son malicias exclusivas de populares y convergentes. Nadie se libra. Tampoco los socialistas andaluces. A Chaves lo mandó a Andalucía Guerra, cuando en 1990 defenestró a Borbolla. Casi cuatro lustros después, Chaves abdicó en Griñán. (El día que los miembros del comité director del PSOE regional se reunieron en un hotel de La Cartuja para ratificar ese dedazo, la fila de coches oficiales en los que habían llegado daba la vuelta a varias manzanas). Y unos años después, Griñán designó sucesora a Susana Díaz; la exagerada obligación de avales impidió que hubiera primarias.

Pero los relevos son traumáticos: Aznar y Rajoy se detestan, Griñán y Chaves se enfadaron, y Mas ha roto con Puigdemont. Unos hacen de Saturno y otros de Cronos. Al hispanoescéptico Torra le puede pasar.

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