De entrada, quisiera aclarar que el término utilizado en el título no me parece el adecuado, aunque resulta notorio que cuando un político se anima suele perder el control de su propia dialéctica y, a partir de ahí, podemos esperar cualquier cosa.

Pues bien, ya que un cargo político se permite reñir y exigir perdón al Banco de España, en la persona de su gobernador, por unas determinadas estimaciones de hace solo unos meses -veremos a quien dará la razón el tiempo- aludiendo al carácter mostrenco de los datos, haciendo un uso erróneo del lenguaje, me permito reflexionar comentándole con tozudez, varias cuestiones ¿mostrencas?

De ahí, que comente: ¿eran mostrencos los datos cuando ZP afirmó estar en la Champions de la economía? Ya vimos lo que nos vino después.

Estos datos mostrencos de hoy son méritos propios o consecuencia de la reforma laboral, no anulada, de Rajoy y de unos Presupuestos prorrogados ya durante dos ejercicios.

También eran mostrencos los datos cuando alguien del Banco de España, hizo el don Tancredo en temas como Bankia o en la crisis de las Cajas, cuando jugábamos la Champions. Supongo que, también, resultará mostrenco comprobar como los estudiantes en el País Vasco asumen el copiar como infracción y el plagio como sancionable, mientras algunos políticos y el vecino de La Moncloa, no es que lo rechacen, sino que lo han ejecutado.

Cualquiera podría pensar que esa actitud, no exenta de prepotencia, de reñir a las Instituciones es una deformación de inspiración trumpista que abronca a la Reserva Federal de su país cuando analiza sus políticas y decisiones económicas. Como es, definitivamente, mostrenco por contundente, argumentado, rotundo… el informe fiscal sobre los acusados, y sus actuaciones, en los hechos catalanes que por mucho que se empeñen y por más que intenten derivarlo todo al debate: rebelión-sedición, Abogacía del Estado y defensores incluidos, fue un golpe de Estado fallido, con declaración de independencia unilateral incluida con lo que se pretendía una sustitución del orden jurídico existente por otro nuevo que, implícitamente, llevaba a una derogación de la Constitución.

Tampoco deja de ser mostrenco el oportunismo ancestral de los políticos burgueses vascos -cupo incluido-, la hipocresía y cobardía de los políticos catalanes procesados o huidos; la insistencia ministrable de Iglesias para poder subsistir; la sibilina opacidad de Garzón; las frustradas aspiraciones, históricas algunas, las minorías constitucionalistas; el cuasi infantil farol de Vox en Andalucía, no exento de riesgo; el exceso de tacticismo mercadotécnico, huérfano de sentido estratégico de Rivera que junto al hiperactivismo vacuo de Casado… generan una sensación de mostrencos toda la negociación de los pactos.

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