Querida amiga: Celebrar un cumpleaños, en general, suele ser un acto festivo que entusiasma a casi todas las personas que conozco (exceptuando a mi madre), pero reconocerás conmigo que este cumpleaños tuyo, que celebramos ahora, es muy especial.

Es especial porque se trata de 40 años y si todas las inauguraciones de década trastocan un poco, ésta que comienza con el cuatro además, perturba enormemente por los recuerdos que trae consigo. Me llena de orgullo compartir contigo esta festividad porque viví intensamente tu nacimiento, lo festejé durante días y no puedo olvidar las emociones que despertó entre todos los que te esperábamos con tanta ilusión y tanto optimismo. No sé si sabes que en ese 6 de diciembre en el que naciste, daba yo mis primeros pasos como docente y fíjate cómo de importante me pareció tu llegada, que durante varios días estuve enseñándoles a mis alumnos sobre el proceso de gestación, las condiciones del parto y de todo lo que vendría después.

Tus padres supieron preparar muy bien tu llegada y fueron extremadamente cuidadosos con todos los preparativos, pero qué costoso y qué largos se hicieron los meses esperando tu nacimiento. Pidieron consejo a sus mayores y a personas con experiencia suficiente para poder orientarles en lo que se venía encima, demostrando, durante todo el embarazo, una responsabilidad y una entereza admirables. Escucharon opiniones de unos y de otros, unas les resultaron muy útiles; otras, en cambio, les acarrearon agrias discusiones entre ellos, pues se saciaron de escuchar consejos inútiles.

En cuanto al parto, habrá que reconocer que fue largo, complicado y duro, pero esta niña tan deseada que vio la luz hace ahora 40 años, traía ese "pan debajo del brazo" que suelen traer los hijos cuando han sido muy esperados y muy deseados y fue recibida con mucha alegría y esperanza.

No vayas a preocuparte, querida, y vayas a pensar que son muchos los años que cumples, porque esos cuarenta años lo que aportan es madurez y experiencia. Y no creas que ya no te entenderán tan bien los jovencitos, porque el problema es otro. Preocúpate, más bien, por los que sólo comprenden a los suyos y en lugar de mirar hacia adelante, se empeñan en desempolvar un pasado pintado a su manera. Ah! Y que no te preocupen las primeras arrugas porque son inevitables y porque, además, hoy se hacen unos "arreglitos" (también llamados reformas) que te dejarán como nueva.

Constitución, amiga, muchas más celebraciones de cumpleaños.

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