ENTRE las novedades que se observan en la Cumbre del Clima que esta semana se celebra en Bali, y de la que tendría que salir un documento base que sustituya al Protocolo de Kioto, está la valoración que se hace de la superficie forestal de algunos países, como es el caso de Brasil, entre otros. Sólo la tala indiscriminada de árboles supone un 20% más de emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, por lo tanto es imprescindible que la superficie forestal se mantenga e incluso crezca en las próximas décadas, además de seguir controlando las emisiones industriales.

Una de las decisiones de esta Cumbre de Bali puede ser precisamente que se establezcan incentivos para esos países que estando en vías de desarrollo en la mayoría de los casos tienen que mantener su superficie forestal para que sirva de pulmón de todo el mundo y no sólo de ellos. Hay que pagarles para que no tengan que talar y la cuestión será cómo se les paga.

Pues bien, redimensionando el asunto, quizás en su momento haya que pedir que se establezclan similares criterios no ya a escala mundial sino nacional incluso. Y en ese caso, provincias como Huelva, que tienen una altísima tasa de superficie protegida como pulmones necesarios no sólo para esta zona -como puede ser el caso de la Sierra, Doñana y otros espacios más-, quizás tuvieran que pedir incentivos en relación con esta servidumbre que se padece con gusto, porque tanto la Sierra de Huelva como el Coto y los parajes son bendiciones de la naturaleza que tenemos que preservar y disfrutar... Quizás convenga que alguien plantee el precio provincial de ese equilibrio entre desarrollo y conservación.