Afirmaba Eduardo Mendoza en una entrevista recientemente publicada por Huelva Información con motivo de la presentación de El rey recibe, su último libro: "La memoria colectiva es corta salvo en el caso de los agravios y hay una generación ahora que ve la Transición como algo muy lejano, como yo veía la dictadura de Primo de Rivera, y dice que se podían haber hecho las cosas de otra manera. Por supuesto quedaron muchas cosas por resolver pero la Transición fue bastante mejor de lo que se esperaba porque, si bien no se cumplieron todas nuestras esperanzas, afortunadamente no se cumplió ninguno de nuestros miedos". Justo es reconocerlo cuando tanto se reivindica la memoria a la conveniencia de cada uno, se pretende reescribir el pasado y se invocan odios y rencores antiguos. Hasta los que no vivieron esos dolorosos capítulos de nuestra reciente historia los reclaman como suyos y denuestan sin piedad todo intento de reconciliación.

A la ceremonia de la confusión contribuyen las fake news, las noticias falsas. Se adueñan de las redes sociales y del ámbito mediático con su poder de manipulación y la desinformación, haciendo estragos en la realidad y en la memoria, tergiversando y reescribiendo la historia, desmintiendo o despreciando a quienes dentro y fuera de España narraron los hechos acreditados de uno y otro lado, revelando con objetividad la responsabilidad y la culpabilidad de cada bando en los penosos acontecimientos que tanta discordia están originando últimamente. En este punto y tras tantas y tantas lecturas de autores españoles y extranjeros, releía yo estos días el libro Todos fuimos culpables, de Juan-Simeón Vidarte, quien vivió excepcionalmente y como pocos los avatares de la II República Española y la Guerra Civil. Dirigente del Partido Socialista Obrero Español siguió desde los albores y los primeros tiempos del nuevo régimen una intensa y efectiva actividad política como secretario del Congreso de los Diputados, que relata minuciosamente en esta obra suya que destaca en su bibliografía junto a otra publicación de un gran valor histórico, El bienio negro y la insurrección de Asturias, sobre el decisivo período de gobierno de los partidos de centro-derecha republicana.

Todos fuimos culpables, editado en México (adonde Vidarte se exilió y había llegado procedente de África en 1941) en 1973 y en España en 1978, es un testimonio muy valioso de la España de aquella amarga época, relatado de forma realista con un estilo periodístico que estimula al lector y por el que desfilan los acontecimientos y los personajes protagonistas de sucesos tan trascendentales. Es el apasionante relato donde se acumulan los hechos -muchos desconocidos y otros falseados por algunos- que determinaron tan trágico destino y revelan la responsabilidad y la culpabilidad de unos y de otros cuando la violencia domina a la razón. Un libro para la reflexión y el examen de conciencia autocrítico.

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