Hace algunas semanas, en esta misma columna, llamé la atención sobre una consecuencia más del caso de la Manada poco difundida. Lo llamé Efecto Llamada y cité las violaciones grupales producidas a partir de ésa. En ese momento, pensé que ya se había comentado prácticamente todo lo relacionado con tan dramático suceso. Ahora constato, con el mayor de los asombros, que no, que no han terminado, que siguen apareciendo secuelas y que se pueden dar otras vueltas de tuerca al asunto.

Resulta que las chicas del Café Feminista, esa agrupación "juvenil e intercultural" (según se presentan) que persigue la liberación de la mujer mediante la igualdad con el hombre, han decidido (sin que nadie se lo pida, según creo) defender a las mujeres víctimas de acoso sexual durante las fiestas Colombinas. En fin, conozco a algunas adolescentes que este año se quedarán sin Colombinas por el pánico de sus padres. Qué sensación de inseguridad habrá en el recinto ferial ¿no?

Pretenden crear unas "cuadrillas de vigilancia", exclusivamente femeninas, reconocibles por un brazalete morado en el brazo y serán mujeres defendiendo a mujeres (más valor, dicen). Pero la discriminación debe rechazarse sea del tipo que sea ¿Por qué no admitir a hombres si quieren hacerlo? El feminismo busca, precisamente, la igualdad.

Estas voluntarias estarán pendientes a cualquier situación que pueda suponer una agresión machista física o verbal para poder ayudar a la mujer ya sea previniéndola o impidiéndola. Y esto es lo más preocupante ¿Es que no habrá este año vigilancia policial en el recinto? ¿No es un trabajo de las fuerzas de orden público? ¿Se desconfía, a priori, de su eficacia? ¿Se ha pensado bien en las consecuencias de infundir miedo, crear sospechas…? ¿Se está invitando a las chicas a mirar al chico con recelo?

La idea del feminismo no casa con crear "escuadrones femeninos para agresiones sexuales", porque no se trata tanto de luchar unos contra otros, como de crear un contexto de concordia entre ambos. No se trata solamente de castigar las agresiones sexuales, lo que verdaderamente importa es que éstas no lleguen a producirse. De lo que se trata es de educar en los mismos principios, en los mismos derechos y en los mismos deberes a los niños y a las niñas, a fin de que se conviertan en adultos que conocen sus derechos, pero también los del otro. Todo lo que desvíe de este camino, es una invitación más a la ineficaz e inútil competencia entre géneros.

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