La otra orilla

Javier rodríguez

Crónica de la crisis crónica

Terminó de vaciar la última papelera y se sentó en aquel banco desde el que se contemplaba todo Puerto Banús. Sabía que era una tontería pero después de haberle recogido la basura a todos esos ricachones, terminar la jornada en aquella colina le hacía sentirse por encima de ellos por un momento, después de un día de invisibilidad, desprecios y condescendencia.

Y allí abría su Twitter y repasaba las tendencias del día. Haber estudiado periodismo le había servido sólo para eso: para estar interesada por la actualidad y mantener cierto espíritu crítico con lo que leía.

Y lo que leyó le indignó y asombró a partes iguales. Uno de esos multimillonarios para los que había pasado desapercibida, que en esa mañana había visto bajarse de un Ferrari y subir a un lujoso yate, criticaba "las ayudas del Gobierno a los refugiados". "Aquí también tenemos a mucha gente con necesidad como para derrochar en esas cosas", afirmaba el cínico. Investigó un poquito por las redes sociales y descubrió que el tipo andaba financiando grupos de extrema derecha muy beligerantes con los inmigrantes, las políticas de igualdad y las luchas LGTBI.

Se indignó más aún, pensó en compañeros de trabajo que se tragaban a pies juntillas todos esos bulos que corrían sobre las ayudas a inmigrantes o a homosexuales y que utilizaban la pobreza autóctona sólo como argumento contra el forastero. Pensó en el daño que le hacía a sus compañeros toda esa mierda que los hacía más insolidarios y menos conscientes de su propia realidad, la de los trabajadores empobrecidos por unos recortes brutales en derechos, que habían visto cómo las rentas altas se alejaban cada vez más de su horizonte y que, sin embargo, creían que los culpables de sus desgracias eran "los maricones y los negros".

Esta semana se publicaba el 7º Informe Estado de Pobreza de EAPN-A en el que se denuncia que más de 3 millones de personas (un 37,3% de la población) se encuentran en riesgo de pobreza en Andalucía: "La crónica de una crisis crónica" dicen desde la Red de Lucha contra la pobreza. Años llevan denunciando esta realidad y poco se ha avanzado. Mientras unos eligen echarle la culpa de nuestros males a las personas que huyen de la guerra y el hambre, las organizaciones que trabajan con las personas que sufren la pobreza proponen mayor inversión en políticas sociales, mayor protección social… y no dejarnos seducir por embaucadores neofascistas.

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