Nuestro actual sistema capitalista basa su funcionamiento en la confianza de los inversores y consumidores en el sistema como generador de riqueza, la gravedad de la actual crisis respecto a las anteriores se debe principalmente a que ataca la esencia del sistema, al mecanismo que la hace funcionar que nos es otro que el convencimiento de que la situación económica irá a mejor y de que los inversores obtendrán beneficios.

Las crisis sufridas hasta ahora afectaban a una parte del sistema, así hemos vivido crisis originadas por las materias primas como la del petróleo, crisis financieras con el sistema bancario como protagonista o crisis motivadas por la sobrevaloración de los activos como la burbuja inmobiliaria, pero nunca habíamos vivido una crisis de confianza como la que ha generado el Covid 19, que no afecta a una parte del sistema sino al corazón del mismo. El capitalismo necesita dinero para retroalimentarse y la crisis de confianza lo que hace es la retención del dinero, su acaparamiento por lo que pueda pasar, no hay nada más cobarde que el dinero y lo que hace es buscar refugio a la espera de que pase la tormenta, pero se necesita que el dinero circule y que las personas gasten en compras, que no siempre son necesarias, pero que generan unas economías de escala que hacen que el sistema se retroalimente, este gasto aumenta las necesidades de producción generando necesidades de contratación y de nuevos trabajadores que emplean sus sueldos en nuevas compras que vuelven a alimentar el sistema cerrando el circulo. En una situación en la que no sabes si perderás tu puesto de trabajo o si tu empresa va a generar pérdidas las decisiones de compras o de inversión se posponen o incluso anulan, así tanto proyectos personales, como adquisición de una nueva vivienda, como proyectos empresariales de ampliaciones de negocios quedan paralizados produciendo un frenazo en la economía que entra en un circulo de destrucción de riqueza, de pérdida de poder adquisitivo y en las clases con menos recursos de pobreza, con el agravante de que los sistemas de atención social también se ven debilitados, al generarse menor pago de impuestos y por tanto menos recaudación y menores recursos para ayudar a las personas más necesitadas, creándose bolsas de pobreza extrema que son el germen de la destrucción del sistema de bienestar que hasta ahora hemos estado disfrutando.

Necesitamos salir de esta espiral destructiva y solo se puede salir generando confianza de que el futuro será mejor, pero para que esto se produzca necesitamos dirigentes que adopten medidas que creen un clima de confianza en los inversores y un marco jurídico seguro y por supuesto empresarios que tiren del carro, que apuesten decididamente por el futuro, necesitamos olvidarnos de que papa estado va a mantenernos de manera indefinida y ponernos todos juntos a trabajar, lo único que no podemos hacer es no hacer nada y pensar que alguien nos arreglará las cosas. Como en todo en la vida, en la política también hay quien en la destrucción y en el caos ven su ocasión de medrar enviando falsos mensajes de que todo va bien sin mas fundamento, cuando en realidad quieren decir que a ellos les va bien.

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