Creación de riqueza

No son tiempos para visionarios sino para cabezas bien amuebladas con sensibilidad social

Seguro que alguna vez le ha entrado algo de preocupación o incluso miedo al ponerse en el lugar de alguien al que le ha sucedido algo no grato o que esté a punto de que le ocurra. Esa sensación también nos atrapa al enterarnos de algunas noticias. Se produce por empatía, la que también debe acompañarse de compasión, solidaridad o de cualquier otro sentimiento positivo. Digo esto porque ese algo citado fue lo que me vino al leer que dos millones de españoles viven con la inseguridad de perder su casa, datos que proceden del VIII Informe de Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social, motivado muy especialmente por el desempleo. Todos estaremos de acuerdo en que verse en esas circunstancias debe ser verdaderamente angustioso. Pero la cuestión clave al respecto debe ir más allá: ¿qué puede hacerse para evitarlo? Al margen de que pueda existir gente imprudente en sus compras inmobiliarias, la mayoría se encuentra en esa situación por culpa de la crisis, sobre la que no ha tenido ninguna responsabilidad. Esto muestra el error de intentar resolver el problema de la vivienda con la descabellada idea de que, para que se pongan en alquiler, hay que gravar con altos impuestos los pisos vacíos que pueda tener alguien por herencia o porque ha realizado una inversión con sus esforzados ahorros y que ha decidido que ya verá cuando mejor le venga lo que hará. Eso es un intento de búsqueda de chivos expiatorios de cierta clase política populista para desviar la atención. Tampoco lo es concentrarse en la vivienda que se vaya a desalojar con el fin de impedirlo porque eso solo servirá para ayudar, si se logra, evitar uno o varios casos particulares. En definitiva, que es más que insuficiente. De todas formas, la Justicia tiene la obligación de actuar. La auténtica solución pasa por el empleo y por sueldos que permitan una vida que satisfaga las necesidades básicas, entre las que se encuentra la vivienda. Por eso, es de suma importancia que el nuevo Gobierno se centre en la creación de riqueza, porque si esta no se crea no hay nada que repartir; bueno sí, pobreza. Y, por eso, también, es muy delicado que sea Podemos quien pueda ocupar un ministerio de Trabajo. Sus recetas más que tranquilizar hacen temblar no solo a los mercados sino también a cualquiera que tenga los pies asentados en el suelo, en lo que se llama realidad. No son tiempos para experimentos de visionarios con ideas caducas. Lo que se necesitan son cabezas bien amuebladas con sensibilidad social.

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