El verano se acerca y con él la visión de una Huelva distinta, renovada y esperada. Para las ciudades costeras la llegada del estío significa un nuevo replanteamiento de vida, donde deben aprobarse conclusiones positivas para su desarrollo. ¿Sucede esto en nuestra ciudad? A veces me temo que no se llegan a plantear las necesidades de la misma, su caudal de beneficios posibles y sobre todo el despertar a una serie de atractivos que la mayoría de las ocasiones son olvidados.

Lo ocurrido este año con el arreglo de las playas tras las desgracias de los temporales sufridos es una de ellas.

Parece mentira que viviendo junto al mar, sabiendo de los normales temporales de cada año, algunos más fuertes que otros, no se tomen las medidas necesarias para que nuestra orilla no quede devastada y con ello la visión de nuestras playas, uno de los mayores tesoros que tiene Huelva y los enseres que rodean los contornos junto al mar.

Decía alguien muy querido para mí que "al invierno no se lo come nadie". Ni al invierno, ni a las primaveras variables en su lógico destino climatológico. Bueno, pues aquí que vivimos junto al mar, que vemos cada año los naturales temporales, que nos duele contemplar los avances de mar sobre las playas, las miles de toneladas de arenas que se desplazan en movimientos marinos, los negocios de chiringuitos que medio se arruinan... Aquí dejamos pasar una y otra vez lo que sabemos que puede pasar sin tomar medidas concretas y útiles. Cuando llega el momento de las quejas, de las protestas normales y del deterioro, salen los diálogos de besugos, las culpas entre unas y otras administraciones, los sacapechos de los partidos políticos, las visitas de personajes responsables y las defensas a ultranza de las reparaciones, que de poco sirven.

Es inconcebible que una provincia que vive y sueña junto al mar, no cuide su potencial turístico, que es a fin de cuentas económico, de trabajo y desarrollo social.

Pero... ¿recuerdan aquella frase teatral, que cerraba el primer acto de una obra clásica española? Cuando el telón caía, el personaje con voz enfática ante lo ocurrido decía sonoramente: "Señora, España y yo somos así".

Pues eso, tristemente repito yo, un año sí y otro también: "Señores, Huelva y sus responsable, son así".

Como un pájaro amenazante, cuando vuelan nuevos programas electorales el cielo se despeja y la aurora brilla deslumbrante. Llegan las promesas, llegan las novedades, llega el nuevo amanecer. Después todo igual. De verdad, yo no quiero creer que Huelva es así.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios