Alas alturas que estamos y la apertura de los chiringuitos sigue ahogada por la burocracia. El reciente traspaso de competencias desde la Dirección General de Costas a la Consejería de Medio Ambiente y el cambio de coyuntura económica acaban con el papeleo y la paciencia de más de uno. El buen tiempo parece adelantarse, pero las medidas para facilitar al apertura de los negocios se pierde en el mar de los sordos. Años llevan los empresarios del sector pidiendo estabilidad jurídica y las administraciones competentes siempre lo dejan para el año próximo. Así hoy y mañana, y la casa por barrer. El litoral onubense está escaso de infraestructuras y las pocas que posee se dilatan en el tiempo. Al final, el esfuerzo inversor se pierde por culpa del papeleo. Lo ideal es abrir en Semana Santa, pero para ello hace falta que los requisitos se solucionen en invierno. Abrir mes y medio no es negocio y además fomenta más paro. Les suena.