Corregir el rumbo

En el PSOE se ha acentuado el cesarismo y se aniquila políticamente a los que no dicen siempre "Sí, bwana"

Cuando un barco hace una travesía, se marca un rumbo, pero este no puede ser inamovible. Las corrientes, el oleaje y los vientos van desplazando a la embarcación leve o grandemente y si no se hacen las operaciones oportunas se arribará en un lugar equivocado. Por tanto, el capitán o patrón no puede está ocioso sino que ha de estar pendiente de la deriva que se produzca para corregirla y llegar a buen puerto. Una pequeña desviación mantenida llevará a otra bastante o mucho más grande. Esto puede aplicarse a las vidas personales; nos marcamos objetivos hacia los que dirigirnos, pero como somos vulnerables a influencias externas e internas -que actúan como esos fenómenos que afectan a la navegación- debemos actuar para no recalar en otros parcial o totalmente diferentes. Esto mismo ocurre en las organizaciones, porque no podemos olvidar -cosa que, a veces, hacemos- que la forman seres humanos que portan consigo lo que se acaba de apuntar. Uno de los problemas de la política española -y diría también de sectores de su sociedad en algunos aspectos- es que no se han ido realizando las correcciones convenientes de determinados desvíos, los cuales nos han colocado en la penosa coyuntura en la que nos encontramos. Todos los partidos y sus líderes tienen sus vicios no deseables, unos más pronunciados que otros, aunque se pronuncien o definan como democráticos y defensores de derechos y libertades. Pero la ambición existe y cuando en ellos un grupo alcanza el poder orgánico no es raro que tengan la tentación de lograr una situación de dominio que frene o elimine a los críticos. Si sucumben, los modos empleados son varios, entre otros: el fomento del clientelismo interno, a través cargos u otras prebendas; la arrogación de ser la auténtica voz del partido, relegando o ninguneando las disidencias; o la utilización de procedimientos típicos del populismo, siendo este la trampa más perjudicial en la que puede caer una sociedad o, más tradicionalmente, un pueblo. Todo esto se agrava cuando ese partido con estas características asume un poder institucional. El PSOE de Pedro Sánchez es un buen ejemplo de quien no ha hecho las correcciones necesarias: el cesarismo se ha acentuado; se aniquila políticamente a los que no responden siempre "Sí, bwana" a su líder o a los que cuestionan sus continuos cambios de posición; y permite que se ejerza el gobierno desde órganos ajenos a la democracia representativa. Podrían citarse más cosas, pero lo dicho es ya una suficiente muestra.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios