Decía un amigo mío que sólo lo que se conoce duele. Siempre ponía el mismo ejemplo, "no puedo saber lo que duele una muela si no he tenido un dolor de muelas". Vivimos una época de conexión constante, las redes nos permiten saber lo que pasa al otro lado del mundo al instante, pero no nos dejan conocer la realidad más cercana. Sabemos de Afganistán, de Trump y Biden, de Polonia, del Brexit y hasta del agua que hay en Marte, pero no sabemos lo que le pasa a nuestro vecino, ni las carencias de nuestro barrio, ni conocemos la pobreza extrema que habita nuestra ciudad.

Desconocemos nuestra realidad cotidiana, la sobre información de las redes nos inmuniza, nos atonta, nos vuelve pedernales ante el sufrimiento humano. Es el mejor caldo de cultivo para que se desarrolle el virus del fascismo, de la mentira, de la xenofobia y la homofobia. No es de extrañar que la ultraderecha afirme que la inmigración es la causante de la pobreza en España y nos lo creamos. Sólo así se entiende, por ese desconocimiento de la realidad, que no salgan voces contándonos las condiciones de vida que soportan los inmigrantes, el chabolismo en el que viven, los contratos basura que tienen, la discriminación que padecen.

Escuchamos al líder de la oposición hablar de que con una nómina y un contrato de trabajo cualquier joven puede alquilar un piso y nos lo creemos, igual que nos creímos sus másteres, y nadie le dice que ni siquiera esa circunstancia permite superar las condiciones que ponen los propietarios para alquilar. De la misma forma hemos escuchado críticas contra la subida del SMI (Salario mínimo interprofesional), contra las leyes de conciliación familiar, contra la ley de eutanasia o contra la ley de identidad sexual.

Sólo lo que se conoce duele, sólo el conocimiento de la realidad cotidiana duele. El alejamiento de esa realidad produce desafección y mentira. Vivimos en una sociedad alejada de los más desfavorecidos, una sociedad incapaz de conocer el dolor de no llegar a fin de mes, la vergüenza de no poder independizarse de los padres, de pedir comida en las colas del hambre, el rechazo por ser diferente, la violencia de un despido, etc, etc… Conocer la realidad más cercana se hace imprescindible. Sólo así nos dolerá y podremos transformarla.

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