La convivencia es una de las conquistas más preciadas y más difíciles de conseguir, porque con-vivir supone vivir con otros y esto exige el tolerarse entre sí, respetando otras ideas sean compartidas o no. La convivencia no viene sola, se aprende interactuando con los demás, escuchando, empatizando… Y si a convivir se aprende, debe enseñarse. Así lo entendieron los más conocidos pedagogos y educadores del pasado siglo, que relacionaron la enseñanza con la tolerancia, con la asunción de la diversidad, con el respeto al otro…

A decir verdad, y visto lo visto, no tuvieron excesivo éxito. A los hechos me remito. Siglo XXI. Enero de 2020. Tres sesiones para la investidura de Sánchez. Congreso de los Diputados ¿Qué hubiera dicho María Montessori, que dedicó su vida a trabajar por las buenas relaciones a través del juego y del respeto a la libertad, si ve que en el Congreso se golpean las mesas como protesta y se desobedece, repetidamente, la petición de silencio que hace la presidenta de la Cámara Baja?

¿Qué pensaría Freinet, que apostaba por la solidaridad y cooperación entre el alumnado, si contemplase cómo se levantan la voz entre sí dos diputados en puro estilo de "machote de película del Oeste"? ¿O cuando ante un cerrado aplauso para la diputada que, enferma de cáncer, ha optado por asistir a las votaciones, un grupo de diputados, con pinta de matones, opta por irse…?

¿Cómo reaccionaría Dewey que veía a la escuela como una "comunidad embrionaria" que haría una sociedad mejor, si hubiese oído a una señora diputada, desde el atril del Congreso de la Nación, afirmar que le importa un "comino" la gobernabilidad de España? ¿O que otro diputado le da la espalda a quien tiene la palabra porque no está de acuerdo con lo que oye?

Las muestras de intolerancia de quienes debieran dar ejemplos de buen hacer han sido tan alarmantes como indignantes, hasta el punto de que rechina un poco esa sorpresa que representan los que se sienten presionados o "escracheados" por los contrarios en la calle. Ya dudo si las Cortes son un reflejo de la sociedad actual o es ésta la que actúa como ve a los diputados.

En los años 80 se extendió con facilidad, entre los educadores, la idea de que "los niños aprenden lo que viven", entendiendo que el ejemplo es el mejor método de enseñanza. Si los padres gritan, los niños gritan. Si compiten entre ellos, no comparten. Si son tratados con hostilidad, nunca respetarán a los demás… Estimados diputados, ¿Qué habréis vivido para llegar a esto?

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