Nos guste o no la vieja Europa ya no es lo que era, la globalización y la incorporación principalmente de China al comercio mundial está polarizando el control de la economía mundial en dos bloques, el anglosajón y el asiático, y en medio Europa va languideciendo, perdiendo protagonismo en las decisiones globales.

Y usted dirá, y a mi qué, mientras pensamos que esto no nos afecta a nuestro diario y ahí empieza el problema. Los chinos han sabido atacarnos en nuestra debilidad, que es la dependencia a un consumo incontrolado basado en los bajos precios de los productos made in China y que tienen su paradigma en las popularmente conocidas como tiendas de los chinos, que no se limitan a la tienda de su barrio, sino que extienden sus ramificaciones a través de la venta on line. A todos nos gusta pagar poco por las cosas que compramos, sin pararnos a pensar que, los precios que estamos pagando no se pueden conseguir si no es a base de explotar al máximo el sistema de producción. Teniendo en cuenta que el material tiene el coste que tiene, donde más se puede recortar los costes de producción es en el precio de la mano de obra, y así normalizamos comprar productos cuyo precio se basa en la explotación de personas, que como nos pillan muy lejos solo pensamos en el chollo de precio que estamos pagando.

Por otro lado, lo mismo que nos gusta pagar poco por las cosas también nos gusta cobrar sueldos elevados sin darnos cuenta que estamos poco a poco aceptando el nuevo modelo impuesto por las economías orientales que se basa en producir a costes mínimos para vender grandes cantidades a bajo precio, lo que se traduce en sueldos muy bajos. Las empresas de producción europeas cada vez pueden soportar peor esta competencia y van cerrando, dejando la producción mundial de productos, en algunas ocasiones básicos como se ha demostrado en el caso de las mascarillas, a China y demás países donde los controles sobre las condiciones de vida de los trabajadores son relativos. Estas empresas van creciendo y controlando la producción en todo el mundo, generando grandes entidades controladas desde China, por lo que es muy posible que con el tiempo nuestros hijos trabajen en empresas cuyo propietario sea un chino, y ya conocemos su sistema. El comunismo chino basa su éxito en el control férreo de los medios de producción y de sus ciudadanos, si esto lo mezclamos con el capitalismo, creamos un sistema de acumulación de riqueza en pocas manos, que genera un bajo nivel de vida para una población que trabaja a destajo a cambio de bajos sueldos, garantizando perpetuar este sistema en los núcleos de poder.

El colapso del barco portacontenedores en el canal de Suez nos hace ver la dependencia que ya tenemos de los productos procedentes de Asia y la magnitud del volumen de mercancía transportada, pero nosotros seguimos sin mayor preocupación comprándoles sus productos baratos y nuestras empresas cerrando y despidiendo trabajadores. Curiosamente, son los jóvenes los máximos defensores de la compra por internet pensando solo en el precio, sin importarles nada más, sin darse cuenta de que las consecuencias de esta globalización será problema de las siguientes generaciones, la suya.

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