¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Complejos de España

Un extraño complejo nos hace denigrar todo lo positivo de la historia del país y sentir fascinación por los desastres

Varios medios de comunicación han elevado a titular la buena nueva de que Isabel la Católica, lejos de ser la gorrina que la tradición indicaba, era mujer pulcra y esmerada en su aseo personal. La clave para acabar con tan maloliente leyenda no ha sido otra que el archivo (en historia no hay mejores argumentos) de Sancho Paredes Golfín. El que fuese noble camarero de tan ilustre dama apuntó con precisión de honrado burócrata los gastos de tocador de la monarca, legando a la posteridad un listado que bien podría estar sacado de la Tertulia de boticas prodigiosas de Álvaro Cunqueiro: ámbar fino, algalia, almizcle, benjuí, agua de murta, aceite de roseta… Por lo visto, Isabel de Castilla debía ir dejando tras de sí un aroma de flores y resinas fragantes que a más de un paje se le tuvo que quedar grabado en la memoria olfativa y proustiana hasta sus postreros días.

De la fama de sucia de doña Isabel se ha abusado hasta el ridículo, quizás como manera de desprestigiar a la que la historiografía más castiza ha señalado como madre de la patria. También por ese complejo de los españoles que nos hace denigrar todo lo positivo y grande de nuestro pasado y recordar hasta la extenuación los desastres y miserias. Estos días lo estamos viendo con el centenario del Desastre de Annual. Un buen número de medios y editoriales se están apuntando a celebrar lo que fue una gran cacería de españolitos, que fueron masacrados con una crueldad inaudita, por más que ahora lo políticamente correcto sea criticar los muchos excesos del imperialismo y poner sordina a los crímenes de los colonizados. Está bien que se recuerde y divulgue la historia, pero en su amplia complejidad, con sus luces y sombras, no como si el pasado del país hubiese sido un perpetuo 98. España fue Torquemada, pero también Cervantes.

Este complejo no es sólo responsabilidad de la leyenda negra y otras operaciones de intoxicación dirigidas desde el exterior; buena parte de la misma la tienen los nacionalismos periféricos y una "clase intelectual comprometida" que siempre está dispuesta a embarrar nuestra memoria colectiva con fines partidistas. Cuando se dice, por ejemplo, que Madrid ha sido en los últimos 26 años "un infierno" no sólo se miente, sino que también se denigra un pasado reciente en el que, además de lodos tóxicos, hubo un evidente avance que hizo de la capital de España una gran ciudad europea y metrópolis iberoamericana. Como dijo Peter Brown el sábado en una entrevista en Babelia, "peor que olvidar la historia es retorcerla".

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