La otra orilla

víctor RODRÍGUEZ

Compasión

Humanizar la política es tan necesario como reconocer que no se tienen las mejores soluciones a veces

En este mundo donde cada vez se potencian más los extremos y menos los acuerdos, el ejercicio de la empatía y la compasión son más necesarios que nunca. La compasión implica el interés sincero por los sufrimientos y dificultades de los demás, y suele ser más fácil hacerlo por alguien en concreto, o una determinada situación, como una catástrofe, que llevarlo al ámbito general, es decir, es más fácil sentir compasión hacia un enfermo, que hacia un país que se muere de sed. Hay quien está reivindicando la compasión en el ámbito político, y no le falta razón. Esta semana hemos asistido a un bochornoso espectáculo de insultos desde a tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. El insulto utilizado como arma de justificación del argumentario político retrata, a quien lo utiliza, como alguien mediocre, incapaz de proponer sus ideas de otra manera más digna.

Últimamente hago el ejercicio de observar a personas que han tenido cargos de responsabilidad política y que ahora, una vez terminado el ejercicio de gestionar lo público, vuelven a tener una vida anónima y ya no son tan agasajados, ni demandada su presencia. El cargo lleva aparejada una artificial puesta en escena de grandes despachos en lugares históricos, la recua de asesores, coches oficiales y otros gestos que hacen parecer a la persona acaso más transcendental. Nada de eso debería ser realmente importante. Algunos de estos cargos me han llegado a confesar que estaban cansados de vivir fuera de su casa, o de esas interminables horas de reuniones. Pues eso, personas, a fin de cuentas, con sus necesidades, virtudes y defectos.

Humanizar la política es tan necesaria como reconocer que no se tienen, en ocasiones, las mejores soluciones a asuntos complejos. Prefiero una persona que diga "no sé" a que diga "todos los demás se equivocan". Más allá de las ideologías, que son las referencias que mueven y arman la política, es importante invocar la compasión como el ejercicio de priorizar la mejora de la vida de quien más lo necesita, poniendo la mirada corta y las luces largas. No necesitamos mesías que nos lleven a la tierra prometida, nadie sabe tanto, ni tiene tanto poder. Más nos vale ponernos de acuerdo mientras vamos de camino. La historia nos ha enseñado que sólo los pueblos que han colaborado, son los que más han avanzado. Andamos tiempos complicados y nadie debe quedarse atrás. Todo lo demás es estéril.

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