Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Cochambre municipal

A esos alcaldes, concejales, policías locales y empresarios de rapiña habría que ponerlos a escardar cunetas

Cada vez que hay una operación policial como la que se desarrolló hace unos días en 44 ayuntamientos para desmantelar una red corrupta que destapó la sinvergonzonería y acabó con las trapazas, entre otros, de 16 alcaldes y concejales y nueve policías locales -alguno de ellos jefe-, los pregoneros a sueldo del sistema -mayormente suelen ser otros políticos pero no son pocos los periodistas- nos machacan con que un hecho así es la demostración palpable del buen funcionamiento de las instituciones, de las fuerzas de seguridad, de los tribunales de justicia. En fin, del Estado de Derecho, vocean mientras no cesan de repetir que todo el peso de la ley cuyo brazo es infinitamete largo y bla bla bla caerá sobre los chorizos y por ello podemos dormir tranquilos, porque en un país como el nuestro está más que garantizada la victoria del bien sobre el mal. Los villanos lo pagarán caro.

Pero no, el sistema renquea, chirría y hasta descarrila cuando ocurre algo así. Y ya son demasiadas veces. Vale, se dirá que han sido descubiertos. Qué menos.

Pero, ¿y cuántos no? Cuando en todos esos ayuntamientos la mierda rezuma y alcanza el nivel de los cuadros colgados en los despachos y en el salón de plenos como si fueran fosas sépticas atoradas es que algo no va bien. Peor: es que nada va bien. Porque me temo que otros muchos continúan en sus subterráneos y cloacas untándose con billetes muy manoseados y pringosos. Hay que repetirlo: en esa operación fueron detenidas 39 personas, entre ellas alcaldes, ediles y policías locales, uno con la desfachatez de presidir la asociación de los jefes de ese cuerpo. Menudo desahogado (por escribir algo suave). Pero hay más: en este elenco de ladrones hay un empresario imputado en la trama Gürtel, José Luis Ulibarri. Lo de este nota es puro vicio. Este no ve un ayuntamiento, contempla Eldorado. O peor, mucho peor: cree que entra en su casa de putas favorita. A un individuo de su calaña debería revisarle la prisión permanente el mismo tribunal que a Charles Manson. A ese ya no le presupongo ninguna inocencia. No ha violado ni ha matado a nadie, pero está expoliando municipios mientras se descojona de sus vecinos en su cara y se fuma un puro. O dos. Y después vienen con el quejío de la pena del telediario y los paseíllos en los juzgados. A este y a sus compinches de rapiña -alcaldes, concejales, guindillas- habría que ponerlos a escardar cunetas. Cuando acaben, si alguien quiere, que les dé una conferencia sobre democracia.

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