Aespaña le ha llegado el momento de tener un gobierno de coalición. Hasta ahora le ha dado aversión a todos los presidentes democráticos de los últimos 42 años: Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero, Rajoy o Sánchez cerraron sus gabinetes incluso cuando no tuvieron mayoría absoluta. Prefirieron someterse a los caprichos de los nacionalistas, convertidos en bisagras rentables para sus intereses territoriales en detrimento del resto del país. Pero los ocho gobiernos sin mayoría absoluta desde 1977 contaron con 40 o 50 diputados más de los que tienen ahora los socialistas. Creíamos que Ciudadanos vino a la política nacional a resolver ese problema, antes de que Rivera quisiera ser jefe de la derecha nacional y su partido practicase un delicioso suicidio en grupo, emulando la novela de Paasilinna.

Se le ha llenado tanto la boca al PSOE con la retahíla de que ha ganado las elecciones, que los españoles han hablado muy claro, que no hay alternativa y que quieren un gobierno monocolor, que ahora están incómodos en su estrechez. Es el partido más votado y no hay alternativa, pero los españoles no han pedido un gobierno monocolor. Lo dice la encuesta postelectoral del CIS; sólo uno de cada cinco entrevistados propugna el gobierno de partido único que reivindican Simancas, Calvo, Ábalos o el propio Sánchez, con más altanería que fundamento.

Que el PSOE con el 28,6% de los votos y 123 diputados, quiera gobernar en solitario no convence al CIS ni a la aritmética. Nadie ha gobernado España con tan pocos diputados. Rajoy lo hizo en la anterior Legislatura con 137, después de haber sacado 123 en 2015, con los que ni se presentó a la investidura. Llevamos cuatro años de gobiernos provisionales, que Sánchez quiere prolongar. El candidato en apuros propugna reformar el artículo 99 de la Constitución. Prefiere eso a buscar aliados y vencer su resistencia a compartir el ejecutivo.

No sólo Cs ha dimitido de su responsabilidad de contribuir a un gobierno de mayoría en el Congreso; el líder socialista también declara su preferencia por Podemos. Con uno u otro habría de componer una coalición. De momento ningunea a Podemos; les ha ofrecido dos miniministerios, Juventud y Comercio, departamentos con rango de dirección general o secretaría de Estado. Pablo Iglesias se ha sentido humillado, con razón. Otra cosa es su imagen de político populista, famoso por provocaciones y agresiones verbales. No se puede pasar de golpe de la casta, la cal viva y el régimen del 78 heredero de la dictadura, a pretender ser un hombre de estado. La aritmética dice que Podemos ha sacado la mitad de votos que el PSOE y tiene la tercera parte de diputados. Su aportación a una investidura de Sánchez merecería más respeto. Frente al "gobierno del PSOE o gobierno del PSOE" que repiten como robots Calvo, Ábalos y compañía, está algo más razonable: coalición o coalición. O elecciones, aunque no creo que se repitan.

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