Cisnes negros

Las barbaridades peligrosas que atacan a la democracia son típicas de los populismos

Nada es cien por cien seguro, por eso es mejor recurrir a las probabilidades. Los cisnes son blancos hasta que -¡oh, sorpresa!- nos topamos con uno negro. No obstante, el que no haya certezas absolutas no significa que no sean útiles las probabilidades. Por tanto, nadie podía predecir sin riesgo de errar que el Capitolio sería asaltado el día en el que el Congreso estadounidense tenía que certificar la victoria de Biden en las elecciones presidenciales, pero sí quien hubiera pensado divergentemente -porque se trataría de algo muy inaudito- habría podido afirmar que tal acontecimiento estaba dentro de lo posible. Y lo estaba porque es pauta común de los populismos que intentan, según sus intereses, convencer a una masa de algo -bien con teorías de la conspiración o noticias falseadas- para que se produzca, en determinados grupos, la falta de respeto y socavación de todos aquellos frenos que se articulan en las democracias, para garantizar que el Estado lo es de derecho y, con ello, las libertades de todos, no de unos pocos.

Está por ver qué sucederá de aquí a la toma de posesión del actual presidente electo, pues Trump se caracteriza por traspasar cualquier límite que le impida su santa voluntad, pero lo acontecido ha sido muy grave. Protestar delante de un parlamento o de cualquier otro edificio representativo de un Estado, en principio, no debe llevar a que nadie se raje las vestiduras. En España somos testigos de esta clase de manifestaciones. No hace mucho, por ejemplo, hubo una concentración en las puertas del Congreso de los Diputados contra la ley Celaá. Al poco, otra a favor de la ley de eutanasia. Ambas dentro de lo normal; sin embargo, en los últimos años hemos tenido otras convocatorias de un cariz muy diferente. Entre otras, en 2011 se produjo un asedio al parlamento catalán por parte del movimiento 15-M. Más adelante, en esta comunidad, en 2018, Quim Torra, instigaba a los CDR catalanes, para que hicieran lo mismo diciéndoles "apreteu". En 2012 surgió lo de Rodea el Congreso, que fue jaleado en 2016 por Podemos. Por entonces, el verbo se había sustituido por un ocupa, asalta o asedia.

Más recientemente, PSOE y Podemos alimentaron protestas ante el parlamento andaluz durante la investidura del Juanma Moreno. Estas barbaridades peligrosas que atacan a la democracia no son una cuestión de derecha o de izquierda sino que son típicas de los populismos, cuya esencia es el autoritarismo. Lamentablemente, en España lo tenemos en el gobierno central.

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