Las dos orillas

José Joaquín León

Chiringuito de la Humanidad

HEMOS pasado de intentar cargarnos todos los chiringuitos de nuestras costas a considerarlos como un legado histórico de la cultura del ocio en Andalucía. Ya sólo falta proponerlos para que los consideren Patrimonio de la Humanidad. Tan abrumadora ha sido la reacción del pueblo a favor de los chiringuitos que quienes iniciaron la cruzada contra ellos ahora dicen que es falso, que ellos no querían eliminar "esos negocios".

Pero el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, en aplicación de la Ley de Costas, les había firmado la sentencia de muerte. Así lo dejó muy claro, antes de Semana Santa, Juan Carlos Fragueiro, secretario general del Mar, un cargo que existe realmente, aunque sea tan poético que parezca mentira. Pues este señor se reunió con los subdelegados del Gobierno de Málaga, Cádiz, Huelva, Granada y Almería para comunicarles que la posición del Gobierno central era clara: limpiemos las playas.

A partir de ahí se montó. Una de las últimas voluntades de Manuel Chaves como presidente de la Junta de Andalucía fue oponerse a que Costas acabara con los chiringuitos. El Gobierno cedió, no sé si por temor a que Chaves se pusiera en huelga de hambre ante un chiringuito y se quedara en Andalucía. Por entonces la cosa estaba fea, con la Semana Santa encima, que es una fecha crucial, en la que no sólo salen los pasos a a las calles, sino que además se abren muchos chiringuitos en las costas andaluzas y se cambia de presidente de la Junta sin advertirlo. Además salieron a la luz unas estadísticas concluyentes. Según se publicó en los principales diarios de la comunidad, en Andalucía hay 40.000 empleados en los 800 establecimientos de este tipo que existen, la mitad de ellos en playas de la Costa del Sol. Por cierto, en esas cuentas me sale una media de 50 empleados por chiringuito. Para que luego digan que hay paro.

Ahora todo ha cambiado. Hemos pasado del acoso y derribo a la defensa de esta maravillosa seña de identidad andaluza. Se ha sabido que la famosa canción del verano de 1989, titulada El chiringuito, un himno en honor de estos establecimientos, fue compuesta por Georgie Dann como una canción protesta contra la Ley de Costas, porque Georgie fue a una playa y se encontró tres chiringuitos cerrados por decreto, ¡qué desconsideración! Ante el temor de que Georgie componga otra canción semejante, pero con aires andaluces, y considerando que había que conceder su última voluntad a Chaves, el señor Fragueiro se los tendrá que comer, le gusten o no. Por su parte la consejera de Cultura, Rosa Torres, que representa a Málaga, costa de grandes chiringuitos, ya debería preparar el expediente del Patrimonio de la Humanidad, para que no haya dudas.

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