La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Centenario de Blake Edwards

'Desayuno con diamantes', 'La carrera del siglo', 'La pantera rosa', 'El guateque'… ¡Hay tanto que agradecerle!

Hay tanto que agradecerle! Un día, hace muchos años, entramos en un cine y vimos a Audrey Hepburn tomarse un café y un croissant ante el escaparate de Tiffany mientras sonaba Moon River. Su director no era un completo desconocido porque algunas de sus primeras películas, Operación Pacífico sobre todo, habían tenido éxito. Pero nada comparable al impacto de Desayuno con diamantes que legó lo más difícil de lograrse: un plano que simboliza al cine mismo, como Vivian Leigh poniendo a Dios por testigo, Gene Kelly bailando y cantando bajo la lluvia, Anita Ekberg en la fuente de Trevi o el claroscuro de Marlon Brando acariciando un gato. Fue más que un éxito: la irrupción de una nueva forma de abordar la comedia agridulce.

Otro día nos encogió el corazón con Jack Lemmon viendo desde su ventana como Lee Remick se perdía en el infierno de alcohol en que él la había metido. Otro nos hizo pasar dos de las mejores horas que hayamos vivido en una sala de cine junto a David Niven, Peter Sellers, Claudia Cardinale y Capucine, siempre con su inseparable Henry Mancini componiendo para una pantera uno de los himnos del cine. Otro día más nos regaló, en un guiño al cine mudo que se anticipó al cine autorreferencial de los 70, al negrísimo profesor Fate diciéndole a su ayudante "¡aprieta el botón, Max!" para fulminar al blanquísimo Gran Leslie. Tras ellas, a lo largo de cuatro décadas, llegaron -por citar sus cumbres- El nuevo caso del inspector Clouseau, Darling Lili (no del todo lograda, sí… pero con Julie Andrews, su esposa, cantando Whistling Away the Dark), El guateque o Victor o Victoria, su última obra maestra.

Sí, ciertamente le debemos a Blake Edwards, porque de este director nacido hoy hace un siglo estamos tratando, muchas horas de elegante e inteligente diversión. Guionista junto a Richard Quine, otro gigante de la comedia, realizador televisivo de la prestigiosa serie Peter Gunn y grandísimo director que nunca -como tantos otros maestros- recibió un Oscar hasta que en 2004 se le concedió uno honorífico por toda su carrera. San Sebastián fue más justa dándole en 1963 la Concha de Plata al mejor director por Días de vino y rosas. Él y su inseparable Henry Mancini, 38 años y 35 películas juntos, han dado al cine algunos de los más brillantes, elegantes y divertidos momentos de su historia. Por eso empecé recordando cuánto hay que agradecerle.

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