Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
En España no cabe un tonto más. ¡Qué le vamos a hacer! Parece que todos y cada uno de aquellos que se van tienen la intención de volver algún día. Pero ya es tarde. No cabe un tonto más. Para qué vamos a malgastar energías si ya con lo que tenemos en nuestro país hay bastante: un Rajoy que debe marcharse ya y dejar paso a sucesores de peso, un Pedro Sánchez agonizante y sin recursos, un Rivera que ni él mismo cree los resultados de las últimas encuestas, o un Pablo Iglesias respetuoso con el medio ambiente pero generador de envidias y violencia. Usted debería leer un poco más y recordar frases tan célebres como esa de Charles de Gaulle: "He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos". O aquella de Edmond Thiaudière: "La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular".
Quería reconocimiento exterior, algo que no consiguió con sus artimañas de farsante, de actor de comedia barata y sin derecho a la representación. En su momento nadie le hizo caso. Ahora, el caso se lo hacen los tontos de otros países, aquellos que como usted no conciben la vida en sociedad y se rodean de violentos y de actores secundarios de octava división. ¿Ese es el reconocimiento que usted esperaba?
El auto del juez Llarena, al que ahora ustedes hacen la vida imposible por actuar con sentido común, indicó que se usó el "poderío de la masa" para que "el Estado de Derecho se rindiera". Y usted y todos sus comediantes, creían que este país se iba a rendir a sus pies. Pero no ocurrió así. Y usted, como Guardiola (otro que tal baila), mienten, mienten más que hablan, más que piensan. ¿O tal vez toda su estrategia sea la mentira? Los impactos verbales, las falsedades, hacen sucumbir a las masas, lo dijo Goebbels, Hitler también lo utilizó. Señor Puigdemont, usted disculpe, es usted un carajote, y todos sus seguidores también.
Cuando pasen muchos años se le juzgará no por sus méritos, sino por sus deméritos. Lo que ha provocado en Cataluña y en España será estudiado en los centros educativos que usted tanto adoctrina, pero será estudiado como lo que no hay que hacer en una comunidad autónoma, ni en un Estado federal, ni en una república, ni en ningún país: en ningún lugar del mundo donde exista el más mínimo respeto por lo esencial, por la educación, por los derechos humanos, esos que usted y los suyos han arruinado. Será juzgado por crímenes contra el sentido común. Así es que quédese en Alemania. Como le dije, en España no cabe un tonto más.
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