La primavera va acortando sus pasos día a día. Se acerca junio, que es el mes en que el verano toca su clarín para posibles vacaciones y las playas, principalmente para nosotros, esperan la llegada de sus fieles y anuales visitantes. En nuestros lares andaluces somos muy proclives a dejar pasar los días y no acordarnos de Santa Bárbara hasta que truena. Eso ocurre con esa preparación y mantenimiento de nuestra costa, para incitar a su agradable visita. Las playas, sobre todo, son elementos naturales que cada temporada sufren efectos normales en la evolución de su vida: crecidas de mareas, tormentas, vendavales, etc., que normalmente dejan rastros, a veces, desastrosos que necesitan ser reparados. A la alturas que estamos muchos municipios ya se han dado prisas en arreglar sus playas, adquirir máquinas de limpieza, restaurar chiringuitos y muchas cosas más para que cuando el verano entre oficial y climatológicamente hablando, todo esté a punto. Pero hoy me gustaría incidir en algo esencial. La llegada a las ciudades costeras, tienen puntos estratégicos, olvidados y abandonados. Son esas carreteras, que en algunos lugares como Punta Umbría se convierten en avenidas junto al mar y a la playa que ofrecen desde hace años un estado lamentable.

Punta Umbría ofrece un paseo, desde donde se encuentran las instalaciones del Hotel Barceló hasta la plaza y aparcamiento de La Peña, en un estado insufrible. Cortes, baches, y mil cosas que han convertido en varios años de abandono un sendero intransitable para la circulación por sus continuos saltos y molestias. Nuestros ingresos turísticos, tan mermados en estos dos últimos años, deben responder a una presentación de esas riquezas naturales y paisajísticas en forma adecuada. Las carreteras son sin dudas una de esas cuestiones primordiales. Llegar a una playa maravillosa dando saltos y con peligrosidad inclusive no es de recibo. En vez de imaginar un lugar turístico al que accedemos, más bien parece una carretera lunar despreciada de atenciones y olvidada en su mantenimiento.

El turismo ha sido, en los últimos tiempos, la única moneda de cambio que podíamos ofrecer para levantar el país en la atención de nuestros visitantes. Y hemos vivido de él durante más de medio siglo, en detrimento del auge de la industria más ralentizada. Ahora estamos en un periodo latente, casi de vacas flacas, pero con ánimos de salir pronto y volver a lo que ya teníamos olvidado. Por favor, que esas carreteras, solo de nombre, se arreglen cuanto antes. Es necesario que cada administración vigile y responda de sus obligaciones, un precepto, yo diría mejor que una obligatoriedad que por ley debe ejecutar. Los onubenses que queremos y disfrutamos de Punta Umbría, solo pedimos un poco de atención para la Avenida del Océano, Paseo del Mar, y la plaza de La Peña. Es un deber por nuestra parte más que denunciar situaciones, avisar del estado de algunos puntos clave para la buena imagen turística de Huelva y de sus playas, que es lo que todos deseamos.

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