Hablaba hace unos días sobre la política y algunos días más atrás sobre los secretos oficiales. Hoy deseo hablar del capital, un asunto sobre el que ya se han pronunciado eminentes plumas de acá o acullá, de ideologías dispares, con diferentes formas de posicionarse ante el dilema que supone la acumulación de dinero o la ausencia de él, para el bienestar de la ciudadanía que compone el orbe.

Hace décadas que comprendí que la realidad es otra cosa bien distinta a la que se nos muestra a la ciudadanía, se nos cuenta o se nos predica incluso, por aquellos llamados a hacerlo y que están encaramados transitoriamente en las cúpulas del poder político, económico o religioso. Porque, el dinero, es algo que se mueve, que va y que viene como nubes pasajeras, por mucho que los que lo poseen en cantidades astronómicas, piensen que serán ricos tanto él como sus generaciones venideras por los siglos de los siglos. Nada de eso. El dinero hay que defenderlo diariamente en una lucha cainita y de nada valen conservadurismos en ese aspecto. O lo mueves, o se agota. Así de fácil.

Y valga esta introducción para lo que sigue. Dejemos el orbe y vayamos a nuestra casa, a España. Un país con una tasa de paro elevadísima, especialmente en aquellos que están más preparados técnica, científica y humanísticamente hablando, que son nuestros jóvenes, y que irremediablemente vamos a perder; con una industria algo anquilosada, poco modernizada y sin capacidad de competitividad alguna ante los retos de un mundo globalizado; con un sector agroalimentario en alza, pero que necesita de mano de obra extranjera porque los sueldos que se abonan son muy bajos y no satisfacen a la población autóctona; o con una administración que ha sido arrollada en menos de una década por dos crisis consecutivas, y que necesitaría de una inyección de dinero público excepcional para volver a la normalidad, contratando a una buena cantidad de recursos humanos y materiales para afrontar el día a día: pensemos por ejemplo en la administración sanitaria o de carácter social.

Bueno, pues en esta situación, resulta, que el dinero tiene que provenir de Europa, no hay otra. La posición que mantiene el PP no es admisible y además es desleal con España y los españoles. La de IU/Podemos tampoco, ha de flexibilizar sus exigencias. Hay que cumplir con las reglas europeas de gasto, porque, sin su dinero, y sin una redistribución adecuada del mismo, a lado alguno vamos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios