Candela y la inflación

Candela se santigua cuando ve el precio que marca la etiqueta del aceite de oliva, la del pan, la del pollo...

A Candela, de 73 años, madre de muchos y abuela de muchos más, no va a venir ningún catedrático a explicarle lo de la inflación. Desde ningún observatorio de ningún ministerio puede llegar ninguna ilustrada que, con sus palabras, logre explicarle a Candela por qué para hacer la compra de esta Navidad se ha dejado el doble que cualquier otro año. Y esto, sin contar las facturas, disparadas a pesar de que el consumo en esa casa se ha limitado al máximo. No hay manera de adentrarse en vericuetos sobre el precio de la energía internacional, las tensiones no sé dónde o la escalada de precios por no sé qué. Candela se santigua cuando ve el precio que marca la etiqueta del aceite de oliva, la del pan, la del pollo, la del azúcar… Arruga sus ya arrugados ojos y, con la poca vista que le queda, llega a comprender la cifra que marca el recibo de la luz. Y no, tampoco necesita ella que vengan a desgranarle qué es IVA, qué es consumo, qué son alquileres de equipo… Se acuerda de cómo sacó adelante a tanta gente con el único esfuerzo de sus manos, tan solas, y Candela comprende todo, no necesita expertos de esos que hablan tanto para no decir nada. Recuerda Candela que con lo que le daban a su marido en lo del trigo, hasta que se fue tan pronto, y con lo que ella ganó yendo al algodón, la aceituna o la remolacha, puso en el mundo a cinco, tres niñas y dos niños, y ahí los tienes ahora. ¿Cómo es posible que esos mismos, con sus trabajos todos, con sus parejas trabajando todas, no lleguen? ¿Por qué viven peor los hijos que los padres, y hasta los nietos respecto a sus abuelos? ¿Por qué se han tenido que ir tres nietos suyos ya al extranjero, pues aquí no es que no han encontrado nada de lo suyo, sino nada de nada? No es necesario que Candela acuda a ningún desayuno informativo de institución alguna para que le aclaren las causas de la ruina que se extiende día a día sobre más familias. Muchos se escudan hablando de gente en riesgo de exclusión, pero la subida de precios es tan intensa que la práctica totalidad se halla ya en tal riesgo. Han acabado con la clase media. No queda colchón social. Candela, mientras da vueltas al puchero, dejando que se asiente, lo resume todo en unas cuantas palabras, no necesita que nadie le interprete la realidad. Y dice Candela: "Es que son muy ladrones. Han convertido a todo el mundo en pobre otra vez. Es lo que querían". Y teme cosas peores, pero se las calla, mientras remueve el puchero.

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