Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Y Canal Sur

Sería conveniente admitir que partimos de un problema de identidad respecto a lo que somos y lo que vemos

Que se haya dado un acuerdo político suficiente para la renovación de la dirección y el consejo de la RTVA después de tantos años de parálisis constituye una buena noticia que debería señalar un modus operandi habitual para la Junta de Andalucía. Tan fina ha debido ser la negociación que hasta los parlamentarios de Vox que llegaron reclamando el cierre de Canal Sur han suscrito el mantenimiento y la continuidad de la plantilla para salir en la foto, pero es que en esta foto había en juego mucho más de lo que cabía apuntar en un principio. La designación de un periodista hábil, curtido en lides difíciles y capaz de encauzar los mejores rumbos como Juan de Dios Mellado permite abrigar la esperanza de que la renovación estará a la altura de lo que podemos esperar de un acuerdo como el suscrito. Porque de nada servirá el acuerdo si lo que acontece a partir de ahora no conduce a la versión de Canal Sur que la sociedad andaluza merece y necesita. El margen de mejora es enorme por cuanto el punto de partida difícilmente podría ser peor, con una desconexión casi general entre la entidad audiovisual y su público potencial, reflejada en los paupérrimos datos de audiencia. Pero sería conveniente admitir que partimos de un problema de identidad: qué somos y qué vemos.

La calidad del acuerdo político que ha hecho posible la renovación de los responsables debería servir, por su trascendencia, para asentar una premisa esencial a la hora de definir los contenidos: Canal Sur es una herramienta muy poderosa que en su ya considerable historia nunca ha sido empleada como tal. Donde hasta ahora no hemos tenido más que propaganda impropia de una sociedad democrática y, en consecuencia, casi a modo de justificación de lo anterior, la proyección de una sociedad de pobrecitos, tarada e inculta, sería muy deseable encontrar una radiotelevisión pública con la valentía, incluso en plena era del streaming, de vertebrar la comunidad que la sostiene en diferentes claves: una generacional, horizontal si se quiere y a la vez suficientemente diversa, donde los andaluces del presente puedan reconocerse como tales desde la evidencia de que la sociedad andaluza es múltiple y compleja; y otra, más delicada aún, de carácter territorial, en la que todos los andaluces, desde Vera hasta Isla Cristina, se sientan parte de lo que su televisión construye. Lo que no ha logrado la política debería conseguirlo, sí, Canal Sur.

Pero partimos de otro problema: vamos con retraso. Se ha perdido demasiado tiempo. Y ya únicamente sirve hacer esto bien. La alternativa sería, otra vez, la vergüenza.

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