Enebrando

Manuel González Mairena

Cambio de armario

LOS altillos abiertos de par en par. Una habitación llena de cajas. Sillas haciendo las veces de escaleras. La cama convertida en un improvisado mostrador de ropa y complementos. Pienso que hay dos tipos de personas, los que ya han pasado por esto y los que lo van a pasar en breve por mucho que pospongan el momento. En casa ya ha tocado con la ropa de los niños y la de mi mujer, irremediablemente seré el siguiente. Aunque ya he hecho una breve incursión para tener algún pantalón corto que alivie la sensación térmica de estas tardes que son anticipo del verano. God save the pantorrillas.

En cualquier caso, el caos es cíclico. En estas sesiones de reajuste de vestuario, el armario recibe un orden que ya nunca volverá. El método Marie Kondo y su puñetera madre. Reordenar supone abrir una caja de sorpresas. Aparecen camisetas que son fetiches y sus agujeros en las axilas son, como los anillos en los árboles, una medición de sus años. ¿Esto lo compraría en Galerías Preciados? Al fondo de un cajón encuentras prendas en las que entran en conflicto el tallaje y el recuerdo. Emerge de las profundidades ropa que parecía perdida y ropa que no recordábamos. Todo esto junto a horrores de la estética almacenados en el olvido. ¿Cómo me quedaba este pantalón? ¿Y esta camiseta? ¿Yo esto con qué me lo ponía? O el sorpresivo ¿para qué me compraría yo esto? Abrazaremos nuevamente esas camisetas de propaganda de marcas que ya no existen, dándoles una utilidad forzada: para estar por casa, para dormir,.... Sin lugar a dudas, para mi madre habrían tenido una inexorable reencarnación en trapos. No dejo de pensar que cada una de estas prendas fue comprada con un afecto al que quizás no he correspondido.

También se abre un tiempo de herencia textil, nombrando testaferros y todo, para pasar la ropa de progenitores a descendientes, entre hermanos y hermanas, o a familiares y gentes que el querer ha unido. ¡Cómo crecen estos niños, no les vale la ropa de una temporada para otra! Lo que fue vestimenta de uno sea ahora testimonio de otros o vaya directamente a la hoguera. Un expurgo en toda regla. Y con tanta remodelación, guardamos con sigilo los edredones y mantas, aunque dejando alguna a mano en la cajonera del por si acaso refresca. Ya hemos dicho adiós al invierno. Miramos con recelo esta primavera que con frecuencia se disfraza de estío. Las flores siguen germinando, indudablemente es tiempo de sacar las camisas estampadas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios