Me reuní con un grupo de maestros esta pasada semana, en su "casa", en el colegio. Empezamos en la Sala de Profesores hasta que empezaba a quemar el propio suelo por las altas temperaturas y terminamos en el pasillo, con el escandaloso sonido de los niños en el patio, hasta que fuimos interrumpidos por las voces de un grupo de ellos avisando que una niña se había mareado. ¡Qué voy a decirles sobre el calor si han tenido ustedes la "suerte" de que algún hijo o nieto (en mi caso) se haya "graduado" en su colegio esta semana!

A tenor de las altas temperaturas que se han ido alcanzando durante repetidos días, seguir la rutina programada en los centros docentes, según cuenta el profesorado, ha sido una locura. De ahí que la Consejería de Educación, con su habitual hipersensibilidad, permitiese modificar los horarios e incluso eximir a los niños de la asistencia al colegio. Por supuesto, la nueva consejera no ha caído que el concepto ese de "conciliación" no es muy conocido en el territorio andaluz. No pensó que la escuela, además de educar y enseñar, también actúa a modo de recogeniños, mientras sus padres trabajan.

Esta ola de calor está siendo oportuna para recordarnos las diferencias existentes entre los servicios públicos ¿Imaginan unos servicios sanitarios sin aire acondicionado? ¿O las dependencias de cualquier Delegación Territorial? No sirve el consabido "total, para unos días"... He perdido la cuenta de los años que llevo escuchando esa incierta cantinela (en las escuelas, el calor no deja vivir desde abril hasta noviembre) y, aunque así fuese, con la vulnerabilidad de los niños no valen excusas.

Pero lo que mueve y conmueve a la enérgica protesta es que a quienes se les llena la boca con lo esencial que es la educación para el futuro del país, la presidenta de la Junta o el delegado de Educación, por ejemplo, miren para otro lado cuando miles de niños no se benefician de las enseñanzas ¿Cómo rendir con casi 40 grados y apenas sombra en los patios? Y resulta indignante que señalen a la educación como la mejor inversión, mientras no se climatizan los centros por razones económicas, cuando no se ha llegado a evaluar siquiera cómo de beneficiosos fueron los ordenadores que se regalaron en su día o a quién beneficia realmente disponer de libros gratis para todos, tanto para los niños que pueden pagarlos como para los que no. Menos mal que el delegado ha incluido un toque original en el discurso: el daño medioambiental. Sí señor, vamos bien.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios