Enhebrando

Manuel González Mairena

Calle Francis Vaz

"El amor no existe. No existe. Existe, en todo caso, la amistad y siempre con algún tipo de interés"

El protagonista de estas líneas no se merece una calle, no más que otros, quizás tampoco menos. En cualquier caso, sirva esta calle con adoquines de palabras. De camino, un saludo para la calle Poeta Jesús Arcensio, la de un escritor donde no hay un solo portal, donde no llega ni una triste carta, ni siquiera propaganda. Pero, digresiones aparte, vuelvo con Francis Vaz. Como tantos otros días, estaba brincando por las redes sociales cuando alguien se acordaba de él por hacer justo cinco años desde que fundara una, otra, tertulia. Ésta languidecería tras su fallecimiento. Y me pareció un justo homenaje, una efeméride para el recuerdo. Siempre será mejor que se celebre un hito destacable, más que la muerte, algo vulgar que tarde o temprano hará cualquiera. Si uno teclea en internet su nombre, verá que escribió un buen puñado de libros de poesía y narrativa, editó revistas, locutó en radio y fundó tertulias literarias y culturales.

En la segunda mitad de la década de los noventa fue mi primer contacto con Francis Vaz, en la Tertulia Literaria Madera Húmeda, donde era anfitrión junto a Francisco Ruano y Ángel Poli. Cuando éramos poco más que quinceañeros, Manolo Arana y yo realizamos allí una lectura al alimón. Públicamente fue duro y hosco. Palabras que lijan. Ruano nos lo dijo luego: "no os preocupéis por Francis porque va de cara, le faltará mano izquierda pero va de cara, jamás os clavará un puñal por la espalda". Cierto. Decía lo que pensaba, siempre de frente. Uno no sentiría el miedo de un metal frío inesperado, como en tanta crítica artística de corrillos inmisericordes. Posiblemente le faltarían modos pero había mucho de verdad difícil de masticar en sus palabras. Aquella noche también esputó: "El amor no existe. No existe. Existe, en todo caso, la amistad y siempre con algún tipo de interés". Cabezón como él solo. Aparentemente inamovible en su perspectiva del mundo.

Fundaría también la Tertulia Café del Arte, en el bar de nombre homónimo, la tertulia La Gata Literata, en el Pub Cantalojas, y, por último, la Tertulia Cultural Trastero Dispar-Arte, en el Trastero. Charlas y opiniones. Un animal de tertulias, le encantaba el debate, la gresca verbal, y le debemos aquellos espacios participativos para el pensamiento crítico. La gente se hacía a Francis, y algo también en viceversa. No tengo claro si cambió alguna vez de opinión, o únicamente su punto de vista, pero llegaría a confesarme: "El amor sí existe, claro que existe".

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