Uno de los peores efectos colaterales que nos está dejando esta pandemia es el miedo, un sentimiento subjetivo que nos puede hacer cambiar la perspectiva de nuestra vida con graves secuelas que pueden marcar nuestra forma de afrontar el resto de nuestra existencia. Este miedo no es tanto un miedo a morir que es algo que ya conocíamos antes de esta experiencia, como un miedo a vivir, un sensación de inseguridad ante lo que puede venir, ante lo que no controlamos, que se materializa en varios miedos, miedo a perder el trabajo, miedo a salir, miedo a enfermar y no tener atención adecuada, miedo a gastar por lo que pueda pasar, miedo a perder a nuestros seres queridos antes de tiempo, miedo a relacionarnos con otras personas, a tocarnos, a respirar el mismo aire, a viajar, miedo a que nuestros hijos no tengan futuro, miedo a perder lo que tenemos, simplemente miedo.

Lo peor de todo es que el miedo es libre y la mayor parte de nuestra vida vivimos preocupados por cosas que pueden pasarnos pero que al final no llegan a materializarse, con lo cual hemos estado preocupados de manera innecesaria por problemas que no hemos tenido que abordar. Cuando esos miedos se han materializado, frecuentemente nos damos cuenta de que no era tan malo como pensábamos y que al final hemos superado la situación con más facilidad de la prevista, en muchas ocasiones incluso la ocurrencia del suceso que temíamos nos produce una liberación que nos hace relajarnos y darnos cuenta de que de todo se sale en esta vida menos de la muerte. El miedo nos paraliza, hace que tomemos decisiones erróneas de las que después nos arrepentimos y lo que es peor no nos deja disfrutar de la vida. El miedo quizá sea uno de los peores sentimientos a los que tiene que hacer frente el ser humano porque no te permite ser feliz y se transmite a tu entorno igual que el virus.

Estadísticamente, salvo que seamos un colectivo de riesgo, la Covid-19 es poco probable que nos mate físicamente, pero sí puede matar nuestras ilusiones, condicionar nuestro futuro privándonos de disfrutar de la vida porque nuestra mente no deja de pensar en lo que puede pasar. Nos ha generado el miedo a comprobar que el ser humano no es tan poderoso como creía, que no todo se puede controlar, este virus es una enfermedad para nuestro cuerpo pero también una cura de humildad para la humanidad.

Quizás deberíamos preocuparnos un poco menos y ocuparnos un poco más, ser más cívicos y cumplir a rajatabla las normas de prevención, pensar no solo en no contagiarnos sino en contribuir a no contagiar. Y una vez que hayamos adoptado todas las medidas posibles, relajarnos con la tranquilidad de que hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano, que no podemos hacer más, aceptar lo que tenga que venir sin miedo y mientras simplemente vivir, disfrutar de lo que tenemos sin pensar tanto que algún día podamos perderlo, el miedo solo nos hace preocuparnos y perder un valioso tiempo que podíamos haber disfrutado y que nunca recuperaremos. La felicidad es un concepto subjetivo, incluso irracional hay personas muy felices aparentemente sin motivos según nuestro prisma de sociedad materialista y personas infelices porque solo tienen miedo a perder lo que tienen. Seamos responsables y vivamos razonablemente felices, lo demás no depende de nosotros, lo que tenga que venir vendrá.

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