Café para todos

Aplicar las mismas soluciones a problemas diferentes es absurdo, muestra tal desconocimiento de la realidad que asusta

H OY no voy a hablarles de economía… o quizás sí. Las sociedades avanzadas demuestran por qué la raza humana se encuentra en la punta de la pirámide de la evolución respecto del resto de seres vivos que pueblan este mundo. Valores como la empatía, la protección a los más débiles, la compasión y la atención a los más necesitados son los que nos hacen diferentes y hacen avanzar a las sociedades hacia un mundo más vivible en armonía con el resto de habitantes. Nuestros gobernantes deberían llevar grabados a fuego estos valores y mantenerlos por encima de cualquier motivación económica ideológica o de cualquier interés.

La última reforma del sistema educativo, trata de imponer la actual tendencia del trato igualitario a todos, como premisa de una supuesta sociedad más justa en la que todos tenemos que recibir el mismo tratamiento independientemente de nuestras características y potencialidades. Intentar aplicar las mismas soluciones a problemas diferentes es tan absurdo, infantil y demuestra tal desconocimiento de la realidad que asusta. Es como si un médico se empeñara en aplicar el mismo remedio porque todos tenemos derecho a consumir los medicamentos más caros, aunque no sea el tratamiento que necesitemos.

Me refieron a la integración, sin más opciones en la enseñanza pública, de los niños con necesidades especiales en colegios normalizados. Como decía, los valores están por encima de las ideologías o los asuntos económicos, no sé muy bien cuál es el motivo de esta propuesta, lo que sí sé es que no se ha valorado con los que conocen las necesidades de estas personas especiales, las madres y padres de estos niños y sí, primero a ellas, las que entienden a personas que no pueden hablar, niños cuya vida está pegada de manera irremediable a una silla de ruedas, que no manifiestan su alegría salvo para sus padres y educadores especiales que saben leer en un solo gesto todo una manifestación de necesidades, educadores que saben interpretar mínimos gestos que anticipan una crisis y resuelven situaciones complicadas que muy pocos entenderían si no conocen a esta persona especial. Porque son especiales, distintos, sus asignaturas son aprender a comer sin ahogarse, no hacerse encima sus necesidades, beber en un vaso, lavarse los dientes o abrocharse un botón, y mientras, ¿qué hace el resto de niños?

Solo las madres y padres saben qué significa la tranquilidad de hablar con estos educadores no de matemáticas ni de historia sino de situaciones que deben controlar y que solo ellos entienden, de saber que si a sus hijos les da una crisis mientras están en clase, van ser atendidos correctamente y que les van a entender en un lenguaje que muy pocos conocen.

Las sociedades son justas porque dan a cada uno lo que necesita, no todos somos iguales, lo que para unos son obligaciones para otros son derechos, si no lo entendemos no creo que avancemos.

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