Se acerca la festividad de Santiago, Patrón de España, pero habría que preguntar: ¿de qué España? Esa piel de toro que ha constituido siempre nuestra nación bajo la protección de aquel apóstol de Jesús, al que el pueblo venera desde el siglo segundo, está hoy muy maleada.

Según la óptica cultural, religiosa o política de a quien preguntemos, sobre todo si es joven, si conocen a Santiago, nos responderán unos que a Bernabeu, otros que a Carrillo y afortunadamente habrá quien con orgullo nos diga que al Patrón de España, un apóstol cuyo nombre en hebreo era Jacob y cuya imagen en los altares nos recuerda una devoción que va cada año en declive, ante la pasividad general, los arrebatos ideológicos y la supresión de fiestas nacionales.

Desde niño veíamos la figura del Apóstol Santiago a caballo, (¿de qué color es el caballo blanco de Santiago? ¿Se acuerdan?), con la espada en alto batiendo a los infieles en una lucha en pro de la Reconquista patria. Y con esa figura aquel grito de guerra que enardecía las victorias contra el invasor. ¡Santiago y cierra España!

Esta exclamación perduró siglos desde que se diera por primera vez, quizás, en la batalla de las Navas de Tolosa, pero permaneció en el recuerdo de muchos escritores que la usaron en sus obras, como Calderón de la Barca, Lope de Vega y el mismísimo Cervantes en su eterno Don Quijote de la Mancha. También Alonso de Ercilla en su inconmensurable Araucana. Ese grito de arrojo, valentía y victoria es hoy día la frase final del Himno de arma de la Caballería española.

En nuestra época de adolescencia nuestra ardiente pasión defensora de los principios y luchas a favor de nuestra patria, ese grito de guerra se nos presentaba semanalmente en aquellos comic que nos llenaban de ilusión en la espera de sus publicaciones, como eran las aventuras de "El Guerrero del Antifaz" o las de "Capitán Trueno".

España, con su sentido de fe, sustentado por los Reyes Católicos en el siglo XV, expandió la tradicion y culto al Apóstol Santiago por todas las tierras del Nuevo Mundo, donde creció la semilla del evangelio portada por misioneros y frailes, desde aquel 3 de Agosto en que partieron las Carabelas del puerto de Palos, en nuestra provincia. Hoy día es asombroso ver tantos templos dedicados a Santiago en toda Hispanoamérica.

Si hiciéramos un recuento de países americanos, donde la figura de Santiago tienen una vinculación especial, quedaríamos atónitos de comprobar como desde Méjico a la Argentina no hay ni una sola nación que no dedique cultos a tan emblemática figura que en Galicia tenga su principal eje de devoción, en Santiago de Compostela y que en siglos marcara una ruta, no solo para España, sino para toda Europa que en el peregrinar de un Camino hasta nuestros lares españoles, se llena de devoción y fe cristiana.

Pidamos al santo su protección y que con su ayuda, también digamos: "¡Santiago y cierra España!". Que falta hace, en la dura batalla de nuestros días.

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