La otra orilla

Javier rodríguez

Buenos políticos

Hasta hace bien poco el ejercicio del poder suponía que alcaldes, reyes, reyezuelos, gobernadores y demás cargos dispusieran de una corte de sirvientes y súbditos a su servicio. Todavía hoy seguimos viendo cómo la sociedad está dividida en clases sociales en las que el servilismo al poderoso es la norma, aunque haya cambiado la matriz del poder y en vez de proceder de la cuna ahora proceda de la cuenta bancaria.

Sin embargo muchas cosas han cambiado, nuestras constituciones dicen que el poder y la soberanía residen en el pueblo y que los cargos están al servicio de este y no al revés.

Es cierto que todavía son muchos los políticos que se creen que la situación es la de antes, que las instituciones son suyas, que los impuestos son tributos que se hacen para mayor gloria de su fortuna particular y que los ciudadanos son sus súbditos como si siguiéramos en el Antiguo Régimen. Vean la película El Reino o léanse cualquier sentencia por corrupción para documentar esto.

Es habitual encontrarse críticas de brocha gorda contra los políticos: son todos unos chorizos, unos golfos, unos vagos… que sugieren que eliminando cifras de concejales, diputados y demás cargos que superan el número total de los que en realidad existen y que obvian el hecho de que eliminando todos esos cargos no tendríamos a nadie que se encargara de organizar las fiestas del pueblo, la educación, la sanidad o el pago de las pensiones, que es lo que, por definición, hacen los políticos: organizar la vida pública.

Así que me gustaría, antes de que nos metamos en el largo periodo electoral que se nos avecina, poner el foco en la cantidad de personas de bien que se dedican con auténtica vocación de servicio público, muchas veces sin cobrar un duro, otras cobrando lo justo, sacando el tiempo de donde no hay, renunciando a la vida privada...

He tenido la fortuna de conocer a muchas de estas personas abnegadas que buscan lo mejor para su pueblo y me parece que, además de peligroso, es injusto meter a todos los políticos, sean del partido que sean, en el mismo saco y creer o hacer creer que "todos son iguales". Posiblemente eso sea lo que quieran hacernos creer los que sí son corruptos: "Hago lo que hacen todos" o los que preferirían que las cosas fueran como eran antaño, los que quieren hacernos olvidar que los políticos están, como por fortuna ocurre en la gran mayoría de los casos, a nuestro servicio.

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