La otra orilla

víctor rodríguez

Buenas ideas

Hace falta que toda la humanidad se una para hacer frente a los retos que tenemos por delante

Cada vez que los medios de comunicación tiran de nostalgia, suben en audiencia, da igual que sea hablar del Un, dos, tres, La Clave o la enésima reproducción de Verano Azul. Se sabe que van a captar a muchas personas que los recuerdan con la añoranza de su propia juventud y esa idealización con la que solemos revivir el pasado. Alguien dice que es un mecanismo de defensa que nos damos, esto es, agarrarnos a un pasado conocido y habitado, para superar la ansiedad que nos da un futuro extraño. No estoy de acuerdo.

Lo queramos o no, la Tierra sigue girando y la evolución humana, también. Me parece que estamos llegando a un punto en el que más que nunca hace falta que toda la humanidad se una para hacer frente a los retos que tenemos por delante y que no son pocos. Por el contrario, estamos asistiendo a un deja vu en temas que parecían superados. Se vuelve a hablar de la OTAN, de los rusos como "los malos", de los bloques y la Guerra Fría. Volvemos a la crisis del petróleo, a la inflación y a los tipos de interés elevados. La crisis del trigo ucraniano vuelve a disparar el riesgo de hambrunas en África. Si vemos otra vez películas de Rambo, a Boyer en el Telediario, la añorada Se acabó el petróleo del gran Pepe da Rosa, y rescatamos los conciertos del Live Aid de Bob Geldof por el hambre en África, habremos retrocedido cuarenta años y los temas serían de actualidad.

No puede ser. El ser humano tiene la capacidad, con la ayuda de la informática cuántica, todo el desarrollo tecnológico y el saber acumulado, de construir alternativas y fiables que vayan en la dirección correcta, del lado humanitario, sanitario, medioambiental y de concordia entre los pueblos. Tenemos a la denostada ONU y a todas sus agencias, que, a poco que la dejaran hacer de manera independiente, contaría con un amplio grupo de personas con buenas ideas que, con los medios y la libertad suficiente, podrían transformar el mundo, no pensando en el interés personal, el enriquecimiento o el sometimiento de los otros, sino en responder a los retos de hoy con propuestas válidas para mañana. Gracias a la gente que sigue investigando y estudiando para dar respuestas que nos hagan la vida más fácil. Si no existieran, sí que estaríamos perdidos. Como decía Martin Luther King: si supiera que iba a morir mañana, hoy plantaría un árbol. Esa es nuestra esperanza, la que está en nuestro cerebro, corazón e instinto.

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