La otra orilla

Bruno

Va a tener que vivir en un mundo donde el consumo no lo consuma todo, no tendrá más narices

B style="text-transform:uppercase">runo no tenía muchas ganas de salir, pero ya está aquí. Hace sólo unas horas que gracias al esfuerzo de su madre ha dejado de ser uno sólo con ella para ser uno con todos nosotros; ya ha respirado aire onubense, marino y sureño, y como pasa con cada nuevo nacimiento ha vuelto a desencadenarlo todo. Gracias a sus padres, y bienvenido.

Bruno ya es pura acogida. Vive gracias a un regalo, que ni ha provocado ni ha elegido, y además llega insultantemente indefenso, pero a pesar de ello, de esa fragilidad e inocencia, desde esa primera bocanada ya espera descubrirlo todo. Y es ahí, en esa suma de debilidad y de querer acoger sin límites, en esa naturaleza sedienta, donde vuelve a nacer la humanidad, casi sin querer, casi sin saber: la extraordinaria esperanza; la alegría gratuita; la trascendencia escondida en la naturaleza; la importancia de vivir con dignidad en este planeta tan maravilloso. Su vida, tan corta, ya es todo un símbolo, nos empuja, nos concierne.

Y Bruno tiene una vida por amueblar, como diría Gasset, y sé que le acompañaremos en ese maravilloso proceso de descubrir y de decidir. Ha venido al mundo en un tiempo de cambios vertiginosos, no podemos aventurarnos a saber cómo se alimentará, ni cómo se desplazará, ni siquiera qué mundos conocerá; mirarlo así, tan pequeñito, te proyecta inmediatamente. Nuestra generación va construyendo y destrozando tan rápido que la incertidumbre probablemente será la constante de la suya. Vamos a dejarle un escenario etéreo, inconsistente, lleno de deudas con las que tendrá que bregar. Pero también vamos a dejarle un montón de herramientas para que su época sea la de las "posibilidades definidas". La suya será la generación que acabe de verdad con la pobreza, nosotros hemos podido pero no lo hemos conseguido, y la que resuelva aquello que recién aceptamos, el cambio climático. Va a tener que vivir en un mundo donde el consumo no lo consuma todo, no tendrá más narices, y donde la guerra de paso a la vida, ya no cabrán más. Él vivirá todos esos cambios, no me cabe duda, y será lo protagonista que quiera ser. Irá amueblando su casa hasta que la vida, como antes lo hizo con sus padres y con los padres de sus padres, le pregunte -¿qué quieres hacer conmigo? Y así debería ser siempre, con todos los Brunos que nacen en el mundo.

Lo dicho, Bruno ya está aquí, bienvenido.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios