Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Bienvenidos a las primarias

Las primarias necesitan un poco de mesura, cuando Almunia y Borrell no hubo mítines ni tanta emocionalidad

El PP andaluz también ha sucumbido ante la mimetización por primarias para elegir a sus dirigentes. Bienvenidos a las cajas de las sorpresas. El sistema es, ciertamente, más democrático que el de la elección mediante compromisarios en los congresos, aunque el modelo no garantiza la decisión más eficaz para la organización ni para el país. El PP sevillano ha sufrido la incertidumbre de este sistema, y el candidato favorito, Juan Bueno, al que apoyaban el ministro del interior de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, y su protectora, María Dolores de Cospedal, ha perdido por algo más de 20 votos. Zoido, que lleva ausente de Sevilla desde el miércoles, aunque seguro que vuelve hoy -lo de Interior parece que se le queda muy pequeño o demasiado grande-, lleva clavada la daga de la amargura por la pérdida de su Ayuntamiento y Juan Bueno habría servido para guardarle el sitio: la próxima candidatura municipal. Da la impresión que el Zoido ministro es como aquel Zoido presidente del PP andaluz, que sólo pensaba en el edificio de la Plaza Nueva. Y eso que aquí reparte medallas.

El sistema de primarias del PP, de doble vuelta, está más compensado que el del PSOE, cuyo congreso sólo sirve para refrendar la elección anterior del secretario general y elegir la Ejecutiva a propuesta de éste. El PSOE, además, tiene otro problema: un choque de legitimidades entre el secretario general y el candidato elegido para las elecciones generales, sobre todo si el primero, como le ocurrió a Almunia, es un perdedor. Todo esto llevará a que los partidos, sin renunciar a las primarias (esto es irreversible), estén obligados a regularlas mejor para evitar disfuncionalidades e introducir mesura.

Mesura falta en las primarias socialistas. Cubrí desde provincias las de Joaquín Almunia y José Borrell, y no había mítines, sino charlas y conversaciones de los candidatos con los militantes, muchos de los cuales fueron a oír a los dos. No había proclamas, ni eslóganes, ni mucho menos recursos para excitar la emocionalidad; los avales fueron un mero trámite para limpiar la carrera de figuritas sin apoyos. Todo lo contrario a lo de ahora. Si los datos se confirman, el 71% de la militancia socialista habrá avalado a algún candidato, por lo que es hasta posible que haya más avalistas que votantes o sólo unos pocos menos. La recogida de fondos formó parte del espectáculo. Dos, tres actos diarios de cada candidato. ¡Y aún no ha comenzado la campaña!

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