Ya tenemos constancia de las asombrosas e inesperadas secuelas de la pandemia. Llama la atención que, paralelamente a este conocimiento, se disponga de una sorprendente capacidad de adaptación, promoviendo actitudes mucho más conciliadoras de lo que esperaba: Nos confinamos en casa a base de horas de pijama, entretuvimos a los niños como pudimos y hasta almacenamos provisiones de supervivencia por si fuese necesario.

Después de haber superado dificultades variadas (la enseñanza online, los parques infantiles inutilizados o los desquiciantes partidos de fútbol en el salón de la casa…), aparece una variable desconocida hasta entonces: Nos "obligan" (a la familia entera) a llevar mascarillas para consuelo de unos y decepción de otros. Desesperante el imaginarse que los niños deberían pasar la jornada escolar con la mascarilla puesta. Interesante el descubrir, paradójicamente, que a ellos les da seguridad ¿Cómo imaginar que nuestros infantes, tan dependientes de las rutinas, acabarían necesitándolas y con urgencia?

Hace unos días se publicó el Real Decreto 286/2022 que nos aclara, por fin, "que no se contempla como obligatorio el uso de mascarillas en los centros o servicios educativos". Después de meses o años incluso, maldiciéndolas, ahora resulta que los niños no quieren quitársela; ahora comprueban que con ellas se puede jugar al fútbol, que se ocultan los granitos en la cara o un "bigotillo" recién afeitado o que nadie notará ese colmillo que le falta a la niña…

Puede resultar extraño, pero hay adolescentes que se sienten desnudos sin su correspondiente mascarilla, las añoran y se sienten tan protegidos con ella que evitan quitárselas… Por ello, el CIS avisa que son más del 50% de los afectados por la pandemia, que confiesa no controlar la situación, que pierden seguridad. Debe ser eso que llaman "inseguridad emocional", que puede llegar a provocar ausencia de relaciones sociales y que poseen una gran necesidad de seguridad…

Es alucinante percibir cómo "han cambiado" las caras, los gestos… de quienes han estado "enmascarados" durante meses (ya sea en la clase, en el súper o en el trabajo…). Es extraordinario notar cómo puede evolucionar tanto una sonrisa… Es maravilloso contemplar la cara de esos niños cuando los profes nos desprendemos de las mascarillas, la manera tan especial de mirarnos… Admirable descubrir el bigotillo que exhibe, de pronto, el adolescente con esas preciosas sonrisas que llevan meses oculta…

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios