Bernardo Romero se fue. No es que se haya ido de Huelva ni mucho menos. La ciudad que quiere con auténtica pasión choquera, que conoce perfectamente desde sus más tempranas raíces, desde su prehistoria y protohistoria, desde su más genuina esencia y circunstancia de ayer y de hoy. Sobre ello nos gustaría que escribiera más a menudo con la misma autoridad y perspicacia de siempre. Bernardo se ha ido de Mesa de la Ría. Si nos sorprendió su ingreso en este partido, tan singularmente onubense por tantas razones, no nos ha extrañado su marcha. Mucho menos cuando supimos de las incomprensibles y sorprendentes disensiones entre los miembros del grupo. Creíamos que Mesa de la Ría sería diferente pero vemos con estupor y tristeza que cae en los mismos errores que otros. Y entendemos las razones para la deserción de nuestro entrañable Bernardo. Al menos como él lo ha contado: "Queridos amigos, abandono toda relación con Mesa de la Ría. Ni con una ni con otra facción me une ya el más mínimo y esencial objetivo común, cual es el de diseñar un modelo de ciudad acorde con sus posibilidades, a todas luces extraordinarias, según se desprende de la simple visión de sus paisajes, de su entorno y de su historia". Añadía: "Sin una clase política mínimamente capaz, y con estos de MRH peleados entre ellos, es evidente que las posibilidades que tiene esta ciudad de desarrollarse y progresar tienden a cero". Terminaba agradeciendo a quienes le han soportado estos intensos meses, "fructíferos pero tirados estúpidamente por la borda", y a quienes "mostraron interés por sumarse al proyecto ilusionante de MRH". Efectivamente era y debe ser un proyecto ilusionante si las aguas vuelven a su cauce. Pero Romero ya no estará y es una gran pérdida para este grupo porque es una persona muy valiosa para cualquier causa, mucho más si se trata de Huelva. Quienes le conocemos y apreciamos, que somos muchos, sabemos de su larga y admirable ejecutoria profesional en su diaria labor docente pero también por la calidad impagable de sus novelas, sus textos teatrales, sus artículos, sus críticas diversas y la fascinante multitud de sus apasionantes relatos. Personalmente le considero insoslayablemente fiel a la libertad de expresión -la sacrosanta libertad de crítica-, contrario a lo políticamente correcto, al pensamiento único, enemigo de todo sectarismo, del discurso sesgado y del doble juego político. Quizás no le guste que haya escrito esto, que leerá cuando muchos lectores lo hagan, lo cual les agradezco de todo corazón. No lo necesita pero me ha motivado su actitud sincera y valiente. Cuando abundan los mediocres, que muchas veces medran y llegan a gobernar, actitudes así se agradecen. Puede parecer excesivo pero cuando un amigo entra en política siento un gran desasosiego y recuerdo el poema de Antonio Machado: "Españolito que vienes al mundo te guarde Dios…". Tal vez mejor la primera parte. Léanlo. Quizás me den la razón.

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